
La bolsa y la deuda vuelven a hundirse, y con las caídas se recrudece el debate sobre el futuro de los tipos de interés en EEUU. Si hace dos días dábamos cuenta de los argumentos tranquilizadores, los que aseguraban que la Fed no tiene motivos para subir los tipos (aunque no los baje), hoy les traemos los del bando contrario.
El comportamiento de los bonos y el discurso de Bernanke sobre la inflación apoyan esta posibilidad.
Así, Irwin Kellner, economista jefe de MarketWatch y profesor universitario, considera que la Fed podría subir los tipos este mismo mes, en la reunión prevista para el día 28. Y si no lo hace entonces, da por seguro que la subida llegará en agosto. Sus argumentos principales son dos.
El primero es el comportamiento del mercado de deuda, que 'finalmente se ha despertado de su larga siesta y empieza a olfatear la inflación', según Kellner. Eso es lo que ha provocado que los tipos a largo plazo –los de los bonos- hayan subido más de medio punto porcentual sólo en dos meses. Lo cual ha hecho que la curva de tipos se vuelva positiva por primera vez en un año (es decir, que los tipos a largo hayan vuelto a ser más altos que los tipos a corto).
El segundo es que los operadores del mercado de bonos, y mucha más gente, por fin ha empezado a prestar atención a lo que Bernanke lleva diciendo desde hace meses (desde que tomó posesión, de hecho): que el problema de la economía no es la falta de crecimiento. Es la inflación.
Lo cierto es que, una vez descartado el escenario de bajadas de tipos que había sido el principal de los mercados en el primer cuatrimestre, cada vez más gente empieza a hablar abiertamente de subidas de tipos. Varios grandes bancos de inversión, como Merrill Lynch y Morgan Stanley, han admitido esa posibilidad, y algunos grandes medios financieros empiezan a apoyarla.
'Juzgando por la cantidad de señales que los banqueros centrales han lanzado en las últimas semanas, la Fed podría perfectamente decidir subir los tipos este mismo mes. Y si no los mueve en junio, seguramente apretará el gatillo en agosto. Después de todo, hay un límite para la cantidad de inflación que la Fed puede permitirse tolerar antes de que los mercados cuestionen su credibilidad', concluye Kellner.
Ahora bien, en el anterior artículo recogíamos una opinión bien distinta: la inflación se ha reducido en los últimos meses y ha vuelto a la zona de confort de la Fed; es decir, se está desacelerando y no hay razones para subir los tipos. La cuestión, decíamos entonces, es si el repunte de la inflación con la mejora de la economía en el segundo trimestre es suficiente para obligar a la Fed a reaccionar. Algo que seguramente depende de la evolución del mercado laboral.
El sueño imposible
Aparte, Kellner se muestra muy irónico con los bandazos como el que ha experimentado el mercado en las últimas dos semanas: 'Los inversores quieren que la economía esté suficientemente fuerte para genera un crecimiento decente de los beneficios, pero también lo suficientemente débil para que la Fed tenga razones para bajar los tipos. ¡Soñar el sueño imposible!'.
Así, en el primer trimestre, la desaceleración de la economía provocó una división entre los que la recibieron con alegría porque esperaban bajadas de tipos, pero otros estaban preocupados por el impacto de esa desaceleración en los resultados empresariales.
Ahora, con el cambio de escenario hacia una reactivación del crecimiento, están felices los que priorizan los resultados y dividendos, pero ha causado honda preocupación a una subida de tipos. Y esta preocupación es la que ha hecho presa en los mercados, como quedó claro anoche.