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El secreto del éxito de las empresas globales

  • La formación intercultural de los empleados es clave para triunfar fuera
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Según Sietar -Society for Intercultural Education Training and Research- una empresa adquiere el derecho de llamarse global cuando todos sus empleados tienen un mindset intercultural o, lo que es lo mismo, una actitud global. En este sentido, poseer una actitud global radica en la capacidad de pensar, razonar, evaluar y reaccionar como lo harían personas de otras culturas. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Franquicias y Emprendedores

A medida que vamos creciendo, nuestra personalidad se va moldeando en función de la cultura en la que vivimos. Igual que en España, los cuentos terminan felices y comiendo perdices, en Inglaterra lo hacen felices para siempre; son pequeños matices que, aunque a priori parezcan no tener mayor importancia, hacen que la cultura en la que nos desarrollamos pueda influirnos en gran medida de cara al futuro. Un español, un inglés, un francés o un americano, por mucho que puedan parecerse, nunca tendrán la misma visión de las cosas si no han tenido una formación intercultural.

Con la globalización y la internacionalización de las empresas, muchos son los empleados que están rotando alrededor del mundo. Existen perfiles que, aunque a priori puedan parecer idóneos para un puesto internacional, pueden fracasar en el destino si no disponen de esta formación intercultural.

Formación intercultural

Es una práctica habitual en las multinacionales preparar a los recién titulados durante un año en su país de origen para, una vez pasado el internship, enviarles a cualquiera de sus sedes internacionales. Son considerados los futuros líderes, de forma que se considera clave que dispongan de una experiencia internacional, pero para que esta sea existosa deben contar con una serie de condiciones previas. Esta práctica puede ser muy positiva siempre y cuando el candidato esté bien preparado; una buena preparación no sólo radica en poseer una titulación, e incluso un posgrado, dominar varios idiomas y haber superado el año de prácticas, sino que además deberá estar formado interculturalmente para saber adaptarse al nuevo entorno. De no ser así, puede ocurrir que a la hora de sobrellevar los éxitos y los fracasos no sepa reaccionar adecuadamente.

La efusividad de un español a la hora de celebrar un éxito puede no ser bien percibida en una empresa norteamericana, algo que en nuestro país no es fácil de entender. Asimismo, a un español le puede costar explicar delante de todo el equipo cuáles son los fallos que detecta en el desarrollo de un proyecto o indicar en qué cree que se han equivocado sus compañeros. Son solo pequeños ejemplos de situaciones muy comunes a las que nos podemos enfrentar en cualquier puesto de trabajo en el extranjero y que hay que saber sobrellevar. Precisamente es el mindset intercultural lo que nos ayuda a interpretar las distintas situaciones e interpretarlas adecuadamente, pese a que en otro entorno hubiéramos reaccionado de forma diferente.

El éxito de una empresa en un proceso de internacionalización o de expatriación radicará en gran medida, en la formación intercultural de sus empleados. No son uno ni dos los casos que se han producido, en los que un empleado no asimila bien el proceso de expatriación por no adaptarse a la cultura del destino. De hecho, si hablas con un expatriado lo primero que te dirá será que lo que más le ha costado ha sido adaptarse a la nueva cultura. La forma de entender las cosas o la manera de asumir tanto el éxito como el fracaso, varía enormemente en función del país en el que te encuentres trabajando.

Así, ofrecer una formación intercultural a los empleados de una empresa es clave a la hora de abrir la puerta al mundo globalizado. Contar con este tipo de formación ayudará a asimilar puntos de vista, formas de enfocar los retos u objetivos profesionales de forma diferente al habitual.

Riqueza y diversidad

La multiculturalidad en un equipo de trabajo aporta riqueza y diversidad al enfoque y a la actitud general, de forma tal que los resultados se convierten en infinitamente superiores a los obtenidos por un equipo unicultural. Pero lograr esta multiculturalidad en una plantilla de trabajo no requiere años de formación y adaptación; tan solo unas horas de formación intercultural harán que nuestros empleados empiecen a verse a sí mismos con los ojos de sus colegas de otras culturas, adapten su software a otra cultura y aumenten su compatibilidad con el nuevo entorno.

De esta forma, no solo tú te adaptas a la nueva cultura, sino que tus colegas de trabajo también se adaptan a la tuya y por fin se produce un entendimiento de perspectivas diferentes. Cada empresa es un equipo gigante, de manera que si cada miembro del equipo asimila las diferentes culturas que lo forman, se llega a ser una empresa global, disfrutando así de una clara mejoría de sus resultados.

En este sentido, cobra importancia la postura que las empresas adoptan. Aunque ya ha quedado claro que la diversidad de puntos de vista es un beneficio para las empresas, hay que tener en cuenta que no siempre es fácil lidiar con personas de diferentes culturas. Hasta que la adaptación del equipo sea máxima -para lo cual se deberán llevar a cabo programas específicos- será necesario seguir una serie de pautas a la hora de gestionar el equipo.

Como en todo grupo de trabajo, pueden surgir diferencias -habituales en la convivencia y en la visión de las cosas de cada uno- pero en estos casos, en los que además de los elementos propios de cada uno, existe una diversidad cultural, la empresa debe saber cómo gestionarlas y canalizarlas.

De este modo, se aprovecharán las diferencias, convirtiéndolas en puntos de vista complementarios. Así, una discrepancia puede traducirse en una idea más completa o en un proyecto multidisciplinar.

Elaine Hery, Directora general de ERES Relocation

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