
Me gustan los anuncios, sobre todo los de prensa. No tanto sus anunciantes, vamos, las empresas que pagan por ellos, a los que parece que la tan manida responsabilidad social les ha convertido, más que en responsables, en incoherentes, falsos, pongan el adjetivo que prefieran.
Me sorprende que los anunciantes de La Noria consideren que retirarse de su parrilla en un supuesto boicot les da derecho a colgarse una medalla. Porque durante los años previos el contenido del programa les parecía digno de lanzadera de su producto. Nadie resiste una hemeroteca. Yo, por cierto, tampoco.
¿Telecinco sin anuncios?
El cinismo es increíble. Si nos regimos por esos criterios para colocar nuestros anuncios, entonces poco de Telecinco iba a quedarse con anuncios. Insisto, si seguimos los mismos criterios que en La Noria. Cada cual decide con quién se gasta su dinero. Igual que cada cual escoge el canal que escoge con su mando. Acabáramos.
Pero en esta película de supuesta corrección política hay otros actores. Las asociaciones. Una de ellas, la Advertising Standards Authority (ASA) ha conseguido boicotear en Gran Bretaña una publicidad de la marca Miu Miu por "incitar al suicidio de las niñas". Les explico: en la foto, la actriz que sirve de imagen a la firma italiana aparece sentada en las vías de un tren. Vale, está triste y parece que llora. ¿Pero eso significa no sólo que quiera suicidarse, sino que está animando a hacerlo?
Lo malo no es lo que diga la ASA, lo malo es que han conseguido que el anuncio no se vea en Gran Bretaña. Y poco tiempo antes hicieron lo mismo con un perfume de Marc Jacobs, porque fue considerada una imagen "sexualmente provocadora". Pues miren, señores de ASA, sigan viendo los anuncios y prepárense a censurar, porque ¿no incitan a la obesidad las consolas, a la muerte en accidente los coches y al alcoholismo la cerveza? ¿Que soy demagoga? Sí, de eso hoy voy sobrada.