Pymes y Emprendedores

La isla de la fantasía para los ricos es el 'apartheid' de los pobres

Fisher Island. Campo de batalla para la lucha entre clases Foto: archivo
El distrito más rico de Estados Unidos se ha convertido en el campo de batalla para los derechos de los trabajadores. Son 86 viviendas de lujo y magnificencia, sólo accesibles por ferry privado, yate o helicóptero. Una isla rodeada por arena importada de las Bahamas, sembrada con orquídeas, y enmarcada en palmeras traídas del Océano Índico y del sur del Pacífico. Un enclave a tres millas de Miami matizado con el armonioso canto de tucanes y guacamayos: Fisher Island es conocida como la isla de la Fantasía.

Son tan adinerados los habitantes del idílico lugar que se dice que en diez minutos pasan 1000 millones de dólares por sus carreteras; son los ricos empresarios montados en sus coches de lujo.

Sin embargo para los que cortan el césped y limpian suntuosas residencias la historia es distinta. Los trabajadores encargados de encerar Bentleys y Lamborghinis o lavar las copas de champagne ganan sólo 60 euros al día. Para la clase trabajadora esto recuerda al 'apartheid' de Nelson Mandela.

Es una situación que resalta la diferencia entre clases sociales. Los trabajadores, mayoritariamente gente de raza negra o de origen latino, acusan a jefes y propietarios de discriminación racial, trato abusivo y salarios injustos.

Discriminación social

"El super rico que puede poseer una fantástica isla para él solo, desarrolla una mentalidad de explotación, como en los plantíos de antaño, y es por esa mentalidad que los trabajadores son vistos como obreros y no como seres humanos" denuncia Magdaleno Rose-Avila, director ejecutivo de Interfaith Workers Justice, un grupo de apoyo de los trabajadores.

La Isla Fisher es el epítome de la división entre ricos y pobres, según informa la Unión Internacional de Empleados de Servicio, SEUI por sus siglas en inglés. El paradisíaco lugar se ha convertido en el campo de batalla de una campaña a favor de los derechos de los trabajadores.

SEIU y 19 empleados más han interpuesto una denuncia contra el servicio privado de Ferry de la isla. Ante el Consejo de Igualdad de Oportunidades del Condado de Miami Dade reclaman por su dignidad y los derechos humanos violados por la compañía.

Este barco hace el traslado de Miami a la isla en 15 minutos y a cada segundo aplica políticas de segregación contra los empleados: "Existe una terrible discriminación en ese ferry, colocan a los 'blancos' de un lado y a los 'negros' de otro", es la queja de Mariet casseus, ama de llaves de una residencia en Fisher Island.

Marcadas diferencias

Mientras los residentes se relajan en una sala agradable y bien ambientada; los empleados deben pasar el viaje en cuartos separados, donde frecuentemente falla el aire acondicionado. Los trabajadores deben abordar el ferry antes que los lujosos vehículos de los residentes, de lo contrario sufren la prohibición de no pasar demasiado cerca de los coches por riesgo a estropearlos o ensuciarlos con sus huellas dactilares.

En ocasiones, los empleados estan obligados a permanecer en una marquesina exterior, que difícilmente los protege de las inclemencias del tiempo o de los dañinos humos del barco. "Estamos ante dos Américas, vivimos en dos mundos diferentes y Fisher Island es un ejemplo de ello" reclama Seshma Shet, del centro de trabajadores de Miami.

Subirse a ese Ferry es básicamente viajar de regreso al pasado, a una época de racismo extremo. Se piensa en Miami como la ciudad del futuro, pero, en realidad, esta isla es un retroceso total al pasado.

Los habitantes de Fantasy Island

El propietario original de la Isla fue Dana Dorsey, el primer millonario de raza negra en el sur de Florida que compró la isla. En 1925 fue adquirida por William Kissam Vandeerbilt, miembro de una de las familias más ricas de Estados Unidos. El heredero construyó una 'ciudad de invierno' que es ahora hotel de lujo.

La isla no es accesible al público en general, a menos que sea invitado especial de alguno de sus residentes: poderosos financieros, ejecutivos corporativos y barones que prefieren pasar desapercibidos. La privacidad de la isla es fieramente preservada.

Algunos ayudantes del presidente de Venezuela que visitaron la isla en 1980, comentaron que era más sencillo lograr el acceso a la Casa Blanca que a la Isla Fisher .

Oprah Winfrey, Julia Roberts, Boris Beckeer, Rober De Niro, Sylvester Stallone, el fundador de Samsonite, y el heredero del imperio de Bacardi han tenido todos, en algún momento, una casa ahí.

El valor del dinero

El último censo, en el 2000, arrojó una población de 467 personas, y la isla opera como un club privado donde no se necesita dinero en efectivo, sólo su membresía. Tiene 18 canchas de tenis, dos marinas y un heliopuerto. Incluso se rumora que algunos de sus residentes han pagado pisos separados para sus mascotas más mismadas.

La gerencia de la isla argumenta que se trabaja duro para suplir las necesidades de los trabajadores, aun así, el fin de semana pasado cien activistas de SEIU 'invadieron' las exclusivas playas de la ilsa para protestar contra lo que observan como un defecto de la sociedad actual.

"Al vivir aislados, los residentes de la Isla piensan que pueden protegerse de la pobreza que ellos mismo han creado" según declaró Hiram ruiz, representante de SEIU: "Defendemos que debe existir sólo un Miami, no uno para los ricos y otro para el resto".

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