
"Hace cuatro años que terminé la carrera, voy camino del quinto en mi tesis doctoral, cobro una media de 900 euros netos al mes y la única salida que me queda es irme al extranjero. Y luego, ¿cómo vuelvo? Me planto en los 35 y no tengo nada ni aquí ni en ningún sitio". Este es el resumen de Francisco Rausell, biólogo de 28 años y miembro de la Federación de Jóvenes Investigadores de España.
Él tiene claras sus opciones: "Si me quedo en España el camino natural es seguir con becas, pero, ¿hasta cuándo? Lo mejor es marcharse al extranjero para estar en un centro de investigación un mínimo de dos años". Pero Francisco no es el único.
El 3% salen a investigar al extranjero
Se denominan emigrantes altamente cualificados y la Unión Europea cuenta con más de 400.000 personas de esta categoría afincadas en empresas estadounidenses. Un dato alarmante para cualquiera de los países de la UE.
El informe del pasado mes de abril, que publica el Servicio de Estudios de La Caixa, asegura que en la Unión Europea, en la de los 15 países, hay 36 millones de personas con formación científica o técnica, lo que supone un 12 por ciento aproximadamente del empleo total.
Según la entidad bancaria, el porcentaje de españoles que salen del país hacia Estados Unidos por falta de oportunidades para investigar aquí es de un 3 por ciento.
Aunque a los investigadores españoles les parece una sangría, lo cierto es que en comparación con el porcentaje de otros países el dato no es tan alarmante. Alemania y Holanda registran un 20 por ciento de fugas.
"La mayoría de las salidas de personas con talento se limita a profesiones como físicos, químicos, biólogos e informáticos de muy alto nivel", asegura Juan Francisco Arza, director de consultoría de recursos humanos Mercer.
La clave: la falta de centraes I+D
Arza cree que uno de los motivos que lleva a los jóvenes a salir del país es que en España las grandes empresas que copan el panorama no son tecnológicas y no hay centrales de I+D ni plantas que acaparen las ingenierías de productos.
"Aquí lo que manda son empresas como Teléfonica, Banco Santander y Endesa, pero no contamos con una Microsoft ni una Siemens", remarca. Si lo viven en primera persona, los inconvenientes son otros.
"El problema es sobre todo la falta de inversión de las grandes compañías y eso se nota en la inversión global que se destina a I+D en España. El Gobierno invierte más pero no hay políticas claras que nos ayuden a conseguir estabilidad", asegura Francisco Rausell.
Volver, más difícil todavía
La Comisión Europea asignó a España la cifra de 60.000. Éstos son, según la Federación de Jóvenes Investigadores, los científicos que deberían trabajar en I+D en España para el año 2010.
En la actualidad, hay unos 20.000. Además, el External Advisory Group, un comité de expertos de la UE creado para la evaluación de políticas de I+D, indica en su último informe que España sólo recupera uno de cada 1.187 investigadores fugados.
Luis Ruipérez, responsable de Recursos Humanos de la farmacéutica Zeltia, asegura que para evitar la marcha de los talentos en la empresa, ésta debe contar con unas características concretas: "Un proyecto de empresa potente; ser la central o headquarters de la compañía resulta atractivo, contar con los primeros espadas de un área actúa como efecto llamada para el resto, y utilizar a los propios empleados como altavoz de tus políticas de empresa y como agenda para nuevos contactos".
En Zeltia, más de la mitad de la plantilla fueron en su día emigrantes altamente cualificados y para hacerlos volver funcionaron algunas tácticas además de las anteriores. "Si se trata de empresas con plantillas más reducidas es más fácil.
Las que tienen plantillas monstruosas no permiten manejar varias áreas ni varios proyectos al mismo tiempo. Ellos buscan mejorar permanentemente". El salario no parece ser lo más importante para estos cerebros. "Pasamos una tercera parte de nuestra carrera profesional con sueldos por debajo de los mil euros", bromea Rausell.