
Hasta ahora, hablar de falsificaciones en España nos hacía pensar de forma irremediable en inmigrantes. Los que despliegan sus mantas y venden bolsos con olor a plástico y logotipos parecidos a los originales, a DVD con los últimos estrenos cinematográficos, a camisas con algo parecido a un caballo pegado en el pecho...
Y parece ser una actitud bastante común de consumo, teniendo en cuenta que el 18 por ciento de la población compra de forma voluntaria falsificaciones en España; un consumo que genera un gasto aproximado de 505 millones de euros, según la Asociación Nacional para la Defensa de la Marca. O 505 millones que dejan de ganar las empresas que fabrican de forma legal, como prefieran.
Pero también hay un 15 por ciento de los españoles que adquieren estos productos y no saben que son falsos y que también hacen perder a las empresas la nada despreciable cifra de unos 420 millones de euros. Es más. Ahora que se acercan fechas en las que el auge del consumo está por encima de otras prioridades, tenga cuidado: puede que casi el 33 por ciento de los juguetes que tenga a su disposición para la compra sean falsos. Al menos ése fue el porcentaje incautado por los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado durante el año pasado.
Ropa y complementos
Y por si fuera poco, parece que el rey de las falsificaciones, según declaró recientemente María Teresa Ibáñez, jefa de la Dependencia Provincial de Aduanas, es todo lo relacionado con el personaje de dibujos animados Bob Esponja, por encima de clásicos objetos de copia como las marcas Carolina Herrera y Tous. No extrañan estos datos, teniendo en cuenta que dentro de la compra voluntaria, las marcas de ropa falsificada siguen siendo las principales destinatarias de dicha compra, seguidas por la marroquinería y los complementos.
Opiniones hay para todos los gustos, como la provocadora frase que pronunció hace poco David K. Levine, profesor de Economía en la Universidad de Washington, en San Louis (Missouri): "Copiar es bueno: donde primero había una idea, después hay dos". Pero tiene sus consecuencias.
Pablo Bazán, abogado del Área de Propiedad Industrial e Intelectual de Gómez Acebo & Pombo, recuerda que los daños de la piratería son difícilmente medibles, pero sí identifica a los principales perjudicados: el titular de la marca, el comercio, el consumidor y Hacienda. ¿Cómo combatirlo? "A través del Código Penal. Presentando denuncias, actuando de manera colectiva las asociaciones de comerciantes... es un tema de sensibilidad y concienciación del ciudadano".
Daños económicos
Desde la Asociación Nacional en Defensa de la Marca, se muestran mucho más combativos: "Con este tipo de comercio no se puede ser tolerante. Y desde el punto de vista económico es aberrante. Las empresas dan muchísimo empleo, innovan y crean nuevos productos".
Pero hasta los propios afectados reconocen que nada puede coartar la libertad del consumidor a comprar lo que le parezca ni tampoco la del comercio que decide distribuir productos falsos en sus estantes. "El que compra no sabe el perjuicio que ocasiona. Si le hablas de la industria le suena a algo etéreo, lo que le importa es su bolsillo. Pero lo que debe saber es que no hay duros a cuatro pesetas, y que debe asumir las consecuencias de comprar un juguete falso", reconoce Cristina Miró, secretaria técnica de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes. Y también está el esfuerzo del sector, ése que Cristina Miró dice que no valoran los consumidores.
Según la AEFJ, el 60 por ciento de la oferta anual de los jugueteros se renueva cada año y las empresas del sector invierten 25,2 millones de euros en I+D+i, un 74,2 por ciento más que la media del resto de empresas industriales. Un esfuerzo cuyos resultados se traducen en un dato: el que dice que las cifras de negocio asociadas a juguetes nuevos y mejorados representa el 21,3 por ciento.
Alberto Llorens es director de marketing de Smoby Toys España. Precisamente estas navidades -una época de la que dependen el 70 por ciento de las ventas del año para el sector- comercializarán una pelota y la cocina de Bob Esponja, aunque ya han sido víctimas de falsificaciones. "Todos los años nos pasa", cuenta. Y aunque confiesa que las mejores herramientas para hacerle frente son "un abogado y una denuncia", y que "con una exclusiva por contrato se puede uno defender de todo", aconseja a otras empresas que estén atentos a dos detalles: "El copyright debe estar visible, tanto en el producto como en el packaging; y vigilar muy bien la letra pequeña del contrato con el dueño de la licencia, para saber a qué te da derecho, si hay o no exclusividad".
Cuestión de tamaño
Con denuncias y abogados están estos días inmersos los dueños de la empresa de calzado Xti. Hace poco la policía se incautó de 250.000 copias de sus modelos en dos naves industriales de Elche y en distintas zapaterías, cuyo valor de haber sido puestas en el mercado habría alcanzado los diez millones de euros. "Eran exactamente iguales en cuanto a diseño, pero con distinta marca, materiales y acabados", cuenta María Escámez, directora de marketing de la compañía. También cree que otro de los problemas a los que se enfrentan es el tamaño de la empresa: "Somos bastante conocidos pero no somos una gran multinacional, así que sólo nos queda como recurso ponerlo en manos de la Justicia".
En Andema no las tienen todas consigo en cuanto a la eficacia de la leyes vigentes. "Desde 2003 estábamos entre los países con mejor regulación en esta materia. Pero la última reforma del Código Penal, que entrará en vigor el 23 de diciembre, es aberrante, porque se muestra tolerante con el que comercia de forma fraudulenta". Y amenazan con las consecuencias: "Somos un país que ha dejado de ser destino de deslocalización por costes y ahora vamos a serlo por no proteger la propiedad". Avisados quedamos.