
¿Le gustaría ganar 20.000 euros? ¿Y pagar 9.000 euros de esa ganancia a la gestora? Ése es el coste medio de invertir 60.000 euros en un fondo de pensiones durante una década.
En el último mes las entidades financieras han sacado su artillería pesada con un único objetivo: conseguir que usted aporte dinero a su plan de pensiones o lo traspase desde otra entidad. iPods, bicicletas, televisores, cámaras de fotos o bonificaciones en efectivo son algunos de los ganchos que han expuesto en los escaparates de las sucursales, pero ¿alguna le ha prometido un coche?
Si la respuesta es negativa, quizá merezca la pena empezar a eliminar las campañas de regalos como factor a tener en cuenta a la hora de elegir uno u otro producto. Lo más importante, y en eso coinciden todos los expertos, es, además del buen hacer del gestor, la comisión que soporta el fondo, ya que "se trata de un ahorro a largo plazo y una comisión más baja va a incidir directamente en la rentabilidad conseguida", afirma Victoria Torre, responsable de producto de Self Bank. Sí, puede que esta teoría no le resulte a nadie novedosa, pero hay pruebas que demuestran cuánto condiciona la comisión que le cobra su gestora en el momento de la jubilación.
Según los datos de Morningstar, la comisión media que cobran los planes de pensiones asciende al 1,43 por ciento sobre el patrimonio y, conforme a los datos de Inverco, la rentabilidad media neta de los últimos diez años de estos productos es del 1,78 por ciento, por lo que la rentabilidad bruta se quedaría en el 3,21 por ciento (la suma entre la comisión y la rentabilidad).
Ejemplo práctico
Pues bien, supongamos que una persona decide abrir un plan de pensiones con 60.000 euros y no realiza ninguna aportación durante los siguientes diez años. Pasado este tiempo también su capital habría obtenido rentabilidades del 3,21 por ciento anual, por lo que los 60.000 euros se habrían convertido en 80.834,60 (la ganancia bruta sería 20.834). Un capital considerable para disfrutar de un retiro dorado. Pero no se han tenido en cuenta las comisiones. Toca recalcular.
Las comisiones que aplican los planes de pensiones (también sucede lo mismo con los fondos de inversión) no se calculan sobre las ganancias, sino sobre el total de la inversión, por lo que el capital que se termina comiendo la comisión aumenta cada año, ya que se calcula sobre un patrimonio que cada vez es mayor gracias a la rentabilidad, salvo que la gestora aplique comisiones decrecientes a medida que aumentan los derechos consolidados del partícipe (Barclays es una de ella). Así, el primer año, el partícipe habría obtenido por sus 60.000 euros, 1.926 euros, por lo que a finales de año su capital, aún sin tener en cuenta las comisiones, ascendería a 61.926 euros. No obstante, a esta cantidad, habría que restarle el 1,43 por ciento de comisión (885,54 euros).
Esta operación se repetiría cada año durante una década (habría variaciones en función de la rentabilidad) y el resultado total es de todo menos satisfactorio. Pasados diez años, el partícipe habría pagado 9.579 euros sólo en comisiones de su plan de pensiones. Es decir, de los 20.834,60 euros que habría ganando si no hubiera tenido que abonar comisiones, se convertían en 11.255 euros. De esta manera, si el inversor pudiera ahorrarse los exagerados gastos que le cobra el banco por su plan de pensiones podría no sólo haber disfrutado de sus 11.255 euros en ganancias, sino que, además, se podría haber comprado ¡un coche! con los más de 9.000 euros que se hubiera ahorrado en comisiones. Ninguno de los regalos que ofrecen ahora las entidades puede igualar este premio.
Llegados a este punto, muchos podrían pensar, ¿merece entonces la pena invertir en un plan de pensiones? La respuesta dependerá del perfil fiscal de cada partícipe, ya que hay que recordar que en algunos casos la factura de gastos de la gestora puede quedar compensada, al menos en parte, por las ventajas fiscales con las que cuentan (los inversores pueden deducirse cada año 10.000 euros y 12.500 si son mayores de 50 años).
Buscar y comparar
Aun así, a la hora de seleccionar un plan de pensiones, la comisión es clave. Por ley, la Dirección General de Seguros establece que el gasto máximo que puede soportar un fondo de pensiones es del 2,5 por ciento sobre el patrimonio (en esta cifra se incluye tanto la comisión por gestión como la de depositario). En estos momentos, según los datos de Morningstar, los planes de pensiones más caros cobran el 2 por ciento únicamente en concepto de gestión mientras que los más baratos tan sólo soportan gastos del 0,5 por ciento. Si la rentabilidad entre los más caros y los baratos fuera la misma, el inversor del primero pagaría, pasados diez años, 13.043 euros en comisiones, mientras que el partícipe del fondo barato reduciría esta factura hasta los 713 euros, 18 veces menos.
Los fondos son más baratos
Los gestores lo tienen claro: si los planes de pensiones no contaran con las excepcionales ventajas fiscales de las que disfrutan, los fondos de inversión serían el mejor vehículo para planificar el ahorro. No sólo porque sus carteras son más flexibles, sino porque aplican gastos mucho más reducidos que los de los planes de pensiones, además de la agilidad en los traspasos (en planes, el traspaso suele dilatarse hasta dos meses y en fondos de inversión, bastan unos días). Lea el artículo completo en la edición en papel de fin de semana de elEconomista.