
Este jueves votan unos 64.000 militantes inscritos en las primarias del Partido Popular. Cada elector de las primarias socialistas representó a unos 32 votantes socialistas de las generales. En las del Partido Popular, cada elector de sus primarias representa a 120 votantes populares de las generales; es decir, cuatro veces más. Para un partido que alardea de 800.000 militantes el dato debe hacerle reflexionar. Es verdad que el centro-derecha es más difícil de movilizar y que los partidos descuidan la militancia cuando están en el Gobierno, pero la diferencia es aplastante. Hasta la votación (¿electrónica?) del referéndum sobre el chalet de Iglesias-Montero tuvo más asistencia.
La cifra de inscritos en las primarias del Partido Popular casi coincide con los cargos que pululan el universo popular: diputados, senadores, alcaldes, concejales, cargos de confianza de diferentes administraciones, empleados en el partido, excargos del Gobierno saliente incluidos los de las empresas estatales, ... eso los compromete, pero los puede alejar del votante en las elecciones generales. Su sensibilidad puede no coincidir con la de los millones de votos del Partido Popular en 2016. No digamos la diferencia entre estos militantes cualificados (inscritos) y aquellos que votaron al Partido Popular cuando ganó por mayoría absoluta en 2011 y luego acabaron en la abstención o en otras opciones en 2016.
Con todo ello los electores de estas primarias tienen una responsabilidad para con su partido y con el país. El final se resolverá en segunda vuelta por los compromisarios en el congreso extraordinario de finales de julio. Ya que entre los dos que saquen más votos en la primera vuelta el congreso decidirá; salvo que alguno de los candidatos consiga más del 50% en la primera vuelta y supere al siguiente en más de 15 puntos porcentuales. Entonces será proclamado vencedor. Pero antes habrá sido la primera vuelta.
El elector de esta primera vuelta debe decidir si vota en función de ideología, de intereses de poder o de lo mejor para el partido como estrategia electoral. Es el resumen de las ofertas de los diferentes candidatos. Unos ofrecen ser la esencia de los principios, otros son lo más conveniente para la carrera de cada inscrito y todos se ofrecen como garantía para ganar.
En los inscritos, dada que en muchos casos están en cargos derivados del partido, puede que prime el interés de poder para su carrera personal. La ideología, puede que influya menos en este colectivo. Mientras que el cálculo sobre qué opción será la mejor para ganar las futuras elecciones influirá en todos. Conclusión: dado el colectivo que vota es muy probable que lo hagan en función de los criterios de intereses de poder y estrategia electoral, dejando la ideología en tercer lugar. ¿Es esa la mejor decisión?