Firmas

¿Nos merecemos esta política?

  • Los partidos ya no ilusionan, se despedazan entre sí y dentro de ellos
Foto: Archivo

Mientras el equipo de la Copa Davis español llega a la semifinal, mientras tres de los ocho equipos de los cuartos de la Champions League son españoles y uno irá a la semifinal, mientras ganamos oros en la halterofilia europea y en patinaje artístico, mientras somos casi imbatibles en motos, mientras nuestros cantantes tienen éxitos internacionales, mientras el Español como idioma tiene cada vez más vitalidad global, mientras nuestra economía crece a más del 3% del PIB, mientras nos visitan más de 82 millones de turistas, mientras nuestra sanidad pública es de las mejores, mientras nuestros ingenieros construyen en todo el mundo, mientras nuestra gastronomía triunfa, mientras nuestras empresas alcanzan niveles globales, mientras se pronostica que volveremos a más de 20 millones de empleos en 2020, mientras...

Mientras todo eso ocurre la política nos mantiene en vilo. Las noticias de corrupción nos abruman. Las tensiones territoriales consecuencia de las ambiciones personales de unos y los errores de otros nos entristecen. Los partidos españoles se despedazan entre sí y dentro de ellos, no ilusionan.

Nos contentamos con votar administradores cuando necesitamos estadistas que consigan lo que ha hecho Merkel en Alemania. Dejar a un lado sus intereses pequeños por el bien de la nación en conjunto y crear la Gran Coalición aún a costa de la renuncia del líder socialdemócrata después de trabajar para conseguir el acuerdo de Gobierno y conseguirlo.

¿Nos merecemos esta política? Es evidente que han sido nuestros votos los que han llevado a la situación que vivimos actualmente. Dicen que cada país tiene el Gobierno (la política) que se merece ¿Es por tanto nuestra culpa? ¿Somos un pueblo crispado con líderes atentos solo a sus intereses personales o de cuadrilla? Aceptar estas preguntas como axiomas es dar la razón a quienes en el pasado consideraban que España era diferente.

No nos merecemos este tipo de política, aunque la tengamos. Es consecuencia de mal ideadas memorias históricas; de la ignorancia que se detecta fácilmente en nuestro colectivo electoral; de una ley electoral pensada para otras circunstancias; del sectarismo de una parte de sus dirigentes reflejo de un votante incapaz de evolucionar.

Un votante que no solo no utiliza el cerebro para decidir el sentido de su votación, sino que tampoco lo hace con el corazón. Se diría que usa el hígado o la bilis como criterio para tomar la decisión a la hora de poner su papeleta en la urna electoral el día de las elecciones.

Problemas que solo una educación que ayude a generar pensamiento crítico puede cambiar ¿Podría un pacto educativo corregir estos defectos? Podría, pero tienen que firmarlo los protagonistas de la situación ¿Lo harán? Dudoso.

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