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¿Riesgo de una nueva 'Leyenda Negra'?

Foto: Archivo

Para María Elvira Roca Barea, investigadora y autora de Imperiofobia y Leyenda Negra (2017), la Leyenda Negra es "por definición española" por eso "no se suele acompañar de adjetivo" (pág 29). No hace falta llamarla española porque lo es por inicio y desarrollo. Apoyada en el siglo XVI por libelos de españoles fugados acusados de traición, fue acogida con éxito por los nacionalismos protestantes contrarios al poder de los Austrias católicos y, por supuesto, por la Inglaterra envidiosa del imperio americano iniciado por los Reyes Católicos.

Antonio Pérez, exsecretario de Felipe II fue uno de esos españoles. Según la autora del libro comentado con el tiempo pasó de ser un "espía traidor que acabó despreciado en las cortes europeas a convertirse en una víctima inocente del tétrico Felipe II" (pág 203). La inquisición y la conquista de América fueron los pilares de la propaganda antiespañola. Dos hechos cuya manipulación interpretativa sirvió para dar cuerpo a esa propaganda.

Dos hechos cuya realidad fue distinta de la presentada en esa propaganda y muy parecida a la de hechos similares en otras naciones europeas. Pero que, convenientemente aderezados, junto con los intereses económicos de Inglaterra y la Casa de Orange en los Países Bajos fueron tierra abonada para su expansión y propaganda.

Ahora en los inicios del siglo XXI también tenemos Antonios Pérez, huidos de la justicia que quieren pasar por perseguidos. En lugar de la Inquisición la propaganda antiespañola usa a los jueces de la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo y el Constitucional como implacables perseguidores. En lugar de América usa un trozo de la patria que nunca dejó de ser España desde su creación como nación moderna y que ahora quieren imaginar como territorio ocupado y culturalmente sometido. Todo con tal de socavar el posible resurgir de una España renacida a partir de la Transición que realmente hunde sus raíces en la Constitución liberal de Cádiz (la Pepa),1812, después de más de siglo y medio de sombras en las que España dejó de pintar en Europa.

Nadie duda que ahora España es la cuarta (¿o quizás la tercera?) potencia económica de la Unión Europea después del Brexit. En este campo la importancia es creciente. Con la compleja situación italiana, tan débil como en la época del imperio español, España es con Alemania y Francia la tercera potencia política.

No sería de extrañar que a otros Estados europeos les conviniera debilitarla. ¿Es casualidad que parte de la prensa inglesa se haga ecos de argumentos independentistas o que sea la parte flamenca de Bélgica la que acoge a los fugados? Todo encaja.

Puede que esta sea una teoría de la conspiración pero ¿no lo fue también la fabulación de la Leyenda Negra?

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