
El Parlament cada vez se parece más a las asambleas de facultad de los años sesenta pero sin facultad, ni estudiantes. Entonces yo era estudiante afiliado al Sindicato universitario opositor al franquismo y miembro de su asamblea. Discutíamos con el único efecto que, de vez en cuando, convocábamos una huelga. En consecuencia los estudiantes, comprometidos o no, dejaban de asistir a clase. En Valencia, si tenían vehículo, se iban a la playa del Saler, que entonces era más apetecible que la Malvarrosa; hoy espléndida. Ningún efecto más. Hubo cursos en los que los días de "vacaciones políticas" fueron más que los lectivos efectivos. Luego, a la hora de los exámenes, el resultado dependía del esfuerzo individual de cada uno.
Alguna que otra vez, los dirigentes iban al TOP (Tribunal de Orden Público) y pasaban un tiempo en la cárcel. El resto del país seguía su marcha pensando que eso era tema de estudiantes. El Parlament se reúne. Toma resoluciones; luego dicen que sólo son simbólicas. Convoca manifestaciones a través de la ANC y sus resoluciones no tienen ninguna repercusión. La prueba es que en las últimas ni el Gobierno se molesta en recurrirlas (¡como son simbólicas!). Mientras tanto Cataluña, como el resto de España, sigue su actividad. En febrero se han creado miles de puestos de trabajo, muchos en Cataluña. El Mobile World Congress ha funcionado, con alguna extravagancia propia de aquellas que tomaban los dirigentes estudiantiles. El apoyo a la independencia, según encuestas de la Generalitat, disminuye. Vuelve la normalidad.
Afortunadamente la "coalición independentista" no se aclara a la hora de elegir un president. Un Govern que sí tendría efectos reales en la sociedad. De manera que los días transcurren sin que nadie perturbe esa normalidad. Tiene razón la CUP, JxC y ERC quieren recuperar el poder en la estructura autonómica; la única manera que tienen de manejar presupuesto, que es el poder. Pero los anarco-populistas-separatistas-xenófobos no aspiran a eso; buscan la revolución proletaria. Como lo hicieron en la II República y, como entonces, quieren arrastrar a unos burgueses timoratos al caos. Donde a río revuelto, ganancia de pescadores; y saben que su tiempo se acaba. Pasaron de ocho a cuatro diputados el 21-D. La próxima, si se sigue creando trabajo, menos.
Para la CUP: cuanto peor, mejor. Un Govern estable y responsable es su tumba porque una vez elegido el president los comunes pueden sustituirlos en el Parlament; es la geometría variable parlamentaria. Pero los comunes tampoco parecen fiables, debido al tacticismo de Ada Colau y, menos aún, con unas elecciones municipales a la vista.
Por tanto, que el Parlament se divierta como Asamblea de facultad y deje tranquilo al país ¡Son como niños!