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Tecnologías y empleo

  • El reto de la digitalización está en ver cómo influye en la calidad del empleo
Foto: Dreamstime

Desde la revolución industrial se ha comprobado que la sustitución del trabajo directo por máquinas ha traído consigo protestas y hasta levantamientos violentos. No hace mucho comentaba yo en estas páginas el último libro de Kerry Kaplan (Editorial Teell) en el cual se da cuenta de muchos logros de la inteligencia artificial, entre ellos el programa Deep Blue, que en 1997 venció a Gari Kaspárov, a la sazón campeón del mundo de ajedrez.

En cualquier caso, la cuestión es que la tecnología digital permite, en determinados casos, sustituir a los trabajadores por ordenadores y robots para realizar trabajos llamados de rutina, lo que puede afectar a todos los sectores productivos. De ahí la idea de una nueva división del trabajo entre el trabajo digital y el trabajo humano, donde este último se dedicaría a la realización de trabajos que demandan resolución de problemas, intuición, creatividad, persuasión, adaptabilidad, improvisación, reconocimiento visual y del lenguaje, comunicación interpersonal, sensibilidad, afecto y otras destrezas difíciles de replicar por máquinas. Sin embargo, hay otro pensamiento mucho más optimista según el cual la digitalización no va a provocar la desaparición de un gran número de puestos de trabajo porque la mayoría de ellos hace imprescindible la intervención humana. Por eso se piensa que la digitalización generará empleo neto a medio plazo, pues el nuevo entorno productivo digital está llamado a crear nuevas demandas de empleo, aparte de que nacerán nuevos trabajos ligados a necesidades sociales, como las relacionadas con la salud, los cuidados o la protección del medio ambiente.

Desde una perspectiva histórica, es cierto que los formidables aumentos de la productividad impulsados por los avances tecnológicos desde la revolución industrial han sido compatibles con el aumento del empleo, al menos hasta finales del siglo XX. También es cierto que el desempleo generado en los sectores que se modernizaban era absorbido por el aumento de la demanda de empleo en los sectores emergentes. Por ejemplo, la mecanización de la agricultura, dejó sin empleo a una proporción enorme de la población, pero la mayor parte de este excedente fue absorbido por la industria y, cuando la industria dejó de requerir tanto trabajo el servicios tomó el relevo.

En un informe del Consejo Económico y Social sobre la digitalización de la economía se pone el dedo sobre la influencia de la digitalización en la calidad del empleo: "La digitalización está planteando también importantes retos en relación con la calidad del empleo, al intensificar la tendencia a la proliferación de vínculos laborales atípicos y de nuevas formas de autoempleo, que se asocian a trayectorias laborales menos seguras y prometedoras debido a las menores oportunidades de acceso de estos trabajadores a programas formativos, al sistema de protección social, a formas de representación sindical y a procesos de negociación colectiva".

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