
No cabe duda alguna: la industria es el motor de la economía española. Los datos publicados esta semana por el Banco de España confirman que las exportaciones siguen creciendo a buen ritmo y la EPA corrobora que la industria mantiene un dinamismo continuado en la creación de empleo, destacando en cabeza sectores manufactureros como el textil, el químico o el alimentario. Recordemos que el empleo industrial es empleo estable, de calidad y bien remunerado, el empleo que todos querríamos ver crecer.
Así que tenemos un hada madrina que impulsa la economía y el empleo, que nos arregla la balanza de pagos, que innova, que hace marca España colocando en los mercados de todo el mundo productos pioneros y de valor añadido... no se puede pedir más. ¿O sí? Sí, porque además y gracias a que supone más del 60% del consumo de gas nacional, con una demanda estable y en continuo crecimiento que es la que mantiene la eficiencia del sistema gasista, garantizando su sostenibilidad. El crecimiento del 9% de la demanda de gas en España en 2017 estuvo fuertemente impulsado por el incremento del 7% del consumo de gas por la industria, capitaneado por el sector metalúrgico y por la cogeneración. A más industria, más consumo de gas. Ahí es nada. La industria es un gran soporte del sistema gasista.
Pues bien, esa industria que si no existiera tendríamos que inventarla y que todo lo impulsa, debe y puede crecer y ser más fuerte para poder exportar más y generar más empleo y riqueza. Para eso necesita más competitividad. Para lograr ser competitiva, nuestra industria ya se reinventó a golpe de ajuste, de innovación, de optimización de todo tipo de costes, de valentía y de ilusión y así logro resurgir de las cenizas de la mayor de las crisis, y gracias a tan titánico esfuerzo, compite con éxito en mercados exteriores como Alemania, Francia, Italia o EEUU. Y ahí nos topamos con "el problema" que hace que nuestra industria juegue con desventaja: los costes energéticos. Un industrial paga en España hasta cuatro veces por los costes regulados del gas que sus competidores de otros países europeos. Ahí está la gran desventaja competitiva de nuestra industria. En diez años, España ha pasado de tener precios de gas para los industriales muy competitivos a estar en la cola con precios en la zona de menor competitividad.
Si la industria crece, consume más gas y por tanto el sistema gasista ingresa más. Lo que es bueno para la industria es bueno para el sistema. Luego este incremento de la demanda debería traducirse en una rebaja de los costes fijos del gas para los consumidores. Este lógico ajuste se convertiría en una inyección de competitividad para la industria, una bajada de sus costes fijos a través de una reducción en la factura del gas, que traería consigo más exportaciones y más empleo. Es un círculo virtuoso positivo para la industria y para el sistema gasista.
Las informaciones que vamos conociendo sobre las medidas que contempla el Gobierno en materia de política energética, podrían lograr en parte este objetivo. Sin conocer cómo y cuándo puedan ponerse en marcha estas medidas, lo que está claro es que si su consecuencia es una armonización de los costes del gas para la industria en relación con los de nuestros competidores europeos, los industriales españoles consumidores de gas estaremos encantados de apoyarlo. Esta optimización de costes hacia la eficiencia debe verse reflejada en los peajes que paga un industrial.
Las perspectivas de los industriales para 2018 son muy positivas en cuanto a actividad, exportaciones y empleo, y todo ello tendrá su traducción en el consumo industrial de gas. No olvidemos que el gas natural es un componente determinante en los costes de las empresas industriales y, por tanto, un factor decisivo para su competitividad y, en consecuencia, la del país.
La industria apoyará cualquier medida del Gobierno que promueva la eficiencia de costes y la equiparación de nuestros costes del gas con los de los otros países europeos. Hay que dar mayor competitividad al país. La industria es motor de la economía y tiene que seguir siéndolo.