Firmas

Preparados para el momento en que Mario Draghi deje su fusil

Si Mario Draghi recibió enormes presiones para no llevar a cabo el proceso de estímulo monetario, cuando la eurozona llevaba años estancada, podemos imaginar cómo debe ser la presión ahora que la economía se recupera.

Alemania, sus países adláteres, los economistas contrarios al proceso y un sinfín de tuiteros y tertulianos han renovado su ataque, porque ahora Draghi es mucho más vulnerable. No voy a entrar en si su política de estímulo monetario ha tenido algo que ver con la salida de la crisis. Además, nunca se sabrá, porque es muy difícil medir qué parte corresponde al esfuerzo de los ciudadanos y qué parte tiene que ver con la política del Banco Central. Para mi han sido más los primeros, pero me parece excesivo decir que la política monetaria no ha tenido nada que ver. Y, como dice el propio Draghi, lo que habría que ver es qué habría pasado si el BCE no hubiera hecho nada.

Superado el espacio para la polémica, vamos a lo que realmente interesa a inversores y ahorradores, que es cómo reaccionarán los mercados ante el fin del proceso de estímulo, más conocido como QE (Quantitative Easing).

Experiencias anteriores muestran un dibujo negativo en el corto plazo, pero muy positivo a medio y largo. La más reciente la tenemos en 2013, cuando el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, pronunció la palabra tapering, es decir, que iba a dejar de comprar activos. Los bonos cayeron con fuerza y el índice S&P 500 perdió un 6% en cuatro días. Pero luego los bonos se recuperaron y la bolsa volvió rápidamente a su tendencia alcista, subiendo un 30% antes de hundirse un par de años después como consecuencia del crash de la bolsa china.

Por lo tanto, la primera conclusión que nos deja la historia reciente es que un anuncio por parte de Mario Draghi de que el BCE deja de comprar bonos supondría, en el peor de los casos, una caída temporal en el precio de los bonos y una corrección en el mercado bursátil, pero probablemente el mercado volviera a subir una vez asumida la noticia. Pero el escenario podría ser incluso mejor.

Recientemente, la Reserva Federal de los Estados Unidos hizo públicas unas actas en las que explicaba sus planes para reducir el balance de la institución. Para sorpresa de quienes habían anunciado el fin del mundo como consecuencia de esa medida, las bolsas reaccionaron al alza y alcanzaron nuevos máximos. Pero lo que dejó totalmente "a cuadro" a los que predijeron un desastre es que también subieron los bonos. La reacción del mercado dio la razón a la Fed y se la quitó, al menos de momento, a sus detractores: el proceso de reducción de balance, que no es otra cosa que retirar liquidez de la economía, no tiene porque ser traumático si se hace de forma gradual y, sobre todo, si se hace cuando la economía está fuerte y puede asumirlo. Porque la liquidez que detrae el banco central va siendo sustituida por riqueza real, mucho más sana que la que proviene de fabricar billetes. Ahí esta la clave.

Porque la economía europea está en proceso de recuperación. No es espectacular, pero es consistente. Y generalizada. Si seguimos por este camino podremos hablar de cambio de ciclo, de salida definitiva de la crisis, de periodo de crecimiento. Y mi apuesta es que, en ese contexto macroeconómico, un anuncio por parte del BCE relativo al fin del QE no solo no sería negativo para las bolsas, sino que sería positivo a medio plazo porque certificaría que el enfermo se ha recuperado.

Alguien dirá, con razón, que todavía queda tiempo para que se produzca ese anuncio. Pero en los mercados es muy importante adelantarse a los acontecimientos. O al menos estar preparados. De hecho, mercados tan sensibles a las expectativas como son los de divisas ya están descontando algo. La revalorización que ha tenido el euro en los últimos meses tiene mucho que ver con la mejora de la situación política, cierto, pero, en mi opinión, también tiene que ver con la expectativa de que el fin del estímulo monetario reduzca el número de euros en circulación.

En resumen, todo va a depender del timing y de la fortaleza de los datos de carácter macroeconómico. Si Draghi aguanta la presión y el anuncio se produce con la economía europea afianzada en la recuperación, podría tener un efecto positivo en las bolsas y solo ligeramente negativo en los bonos. Si cede a la presión y lo anuncia cuando la recuperación sea todavía modesta y las cifras de inflación más modestas todavía, podría producirse cierta convulsión. Pero de una cosa podemos estar seguros: el QE tiene los meses contados. La cuestión no es si va a haber tapering. La cuestión es cuándo.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky