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El dólar ya llegó a su punto álgido

  • El euro, las manufacturas y el Bitcoin amenazan al dólar
Foto: Archivo

La libra desciende, el euro se dirige hacia la paridad, el yen no va a ningún sitio y el yuan chino se derrumba. Mientras EEUU se prepara para la investidura de uno de los presidentes más inusuales de la historia, por decirlo de una manera suave, al menos puede consolarse con que el dólar nunca había estado tan fuerte.

Aun así, después de una larga fase de euforia, el ascenso de Trump a la Casa Blanca podría marcar el auge de la moneda y a partir de ahora ir hacia abajo. ¿Por qué? Hay tres motivos. Primero, la economía de la eurozona hacía tiempo que no estaba tan vivaz. Después, el presidente debe abatir la moneda si quiere tener esperanzas de cumplir su promesa de revivir la manufactura estadounidense. Y los precios en activos alternativos como el Bitcoin sugieren que muchos inversores crean que el dólar ha alcanzado el máximo (y están buscando llevarse el dinero a otra parte). Ningún mercado alcista dura por siempre y la subida del dólar parece que empieza a perder el aliento.

Si la economía estadounidense fuera tan débil como insistía el presidente electo durante la campaña, desde luego no se ha visto signo de ello en el mercado de divisas. El dólar está en una fase alcista casi sin igual en su historia. Según los datos del Fed de San Luis, su índice ponderado de comercio real ha alcanzado el 102, frente a un mínimo de 80 en el verano de 2011. Todavía está lejos de los 112 logrados en la primavera de 2002 o incluso de los 125 de principios de 1985 pero según cualquier estándar reciente, es con diferencia la moneda más fuerte del mundo. En la primera década del nuevo siglo se puso de moda hablar de la sustitución del dólar por una cesta de otros activos o la amenaza del euro. Ahora parece absurdo. El dólar sigue siendo la moneda internacional y no cuesta ver los motivos de ello. La economía estadounidense se recuperó con más fuerza y convicción que la de cualquier otra gran nación. La Fed ha empezado a subir los tipos de interés cuando otros bancos centrales siguen recortándolos e imprimiendo con más furia que nunca. Es más, como los mercados de divisas son un juego de suma cero, sus rivales parecen encontrarse en un estado mucho peor. El euro parecía enzarzado en una crisis constante y en descenso hacia la deflación. Japón se niega a crecer. La libra fue torpedeada por la decisión de salir de la UE. Los inversores han tenido muchos motivos para huir de otras monedas y aparcar su dinero en dólares.

Es cierto que eso podría continuar. Cinco años no es un periodo alcista largo en los mercados de divisas. La Fed podría seguir subiendo los tipos. Si Trump es tan bueno para la economía como parece creer Wall Street, el crecimiento debería acelerarse a partir de ahora y el dólar podría perfectamente recuperar los máximos de mediados de los ochenta que se vieron por última vez en el primer mandato del presidente Reagan. Pero hay motivos también para creer que podría ir marcha atrás. Por ejemplo, estos tres que aparecen a continuación.

Primero: sus rivales rinden mejor. La eurozona lleva en crisis tanto tiempo que casi todos han desistido de cualquier tipo de recuperación, pero ahora está en mejor forma que antes. En Francia, la producción industrial ascendió el 2,2% en noviembre según los datos publicados esta semana. La economía alemana se expandió un 0,4% en el último trimestre y sus exportaciones crecen con más rapidez que en casi cinco años. España acaba de presenciar su mayor bajada mensual en el paro. La avalancha de dinero impreso por el BCE ha surtido efecto. Mientras tanto, el Reino Unido sigue bien pese al Brexit. Tarde o temprano, los mercados de divisas se darán cuenta de que EEUU no es la única economía en expansión.

Segundo: Trump necesita una moneda más débil. Los acuerdos comerciales pueden ayudar. También el proteccionismo y llamar a los consejeros delegados para decirles que no construyan fábricas en México. Pero la forma más fácil de ayudar a la industria manufacturera y crear más puestos manuales bien pagados es bajar la moneda. Reagan lo hizo con el Acuerdo del Plaza para empujar el dólar hacia abajo. Es improbable que Trump tenga suficiente buena voluntad para hacerlo pero podría perfectamente sacarse un as de la manga para que caiga el dólar. ¿Por ejemplo? Puede apoyarse en la Fed para que intervenga en los mercados. Puede apagar el déficit presupuestario. Incluso podría ponerse a tuitear furiosamente en plena noche que quiere que la moneda baje. Solo porque sea excéntrico no significa que no pueda funcionar.

Tercero: las alternativas parecen más animadas. El Bitcoin escaló por encima de la marca de 1.000 dólares antes de volver a hundirse a su manera típicamente errática. El oro se ha estabilizado. Las materias primas muestran algunos signos de vida renovada. Los inversores parece que están buscando refugios alternativos para su dinero. Suele ser una señal temprana de que el precio de un activo ha alcanzado su tope y el dinero inteligente empieza a pensar en una reversión. No ocurrirá de inmediato pero si la moneda se empieza a debilitar, la caza de otros lugares donde guardar el dinero se intensificará.

Para los inversores, importa. Encontrar la moneda correcta es tan importante como elegir el mercado y las empresas perfectas para invertir. Para cualquiera fuera de EEUU, comprar en Wall Street ha sido una estrategia ganadora simplemente por la fortaleza del dólar. En los próximos años, es improbable que suceda. Y cuanto antes se salgan, mejor. El dólar no entrará seguramente en caída libre, pero a partir de ahora es dudoso que gane más, más bien dará marcha atrás.

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