
La OCDE ha dado la voz de alarma. El aumento de la brecha entre salarios y pensiones preludia el hundimiento del sistema. Y, aunque no ha descubierto nada que no supiéramos, bien está que estos organismos bajen de vez en cuando al teatro de la economía real, aunque sea sólo para sacar a la luz las realidades que ocultan la estadística y el mensaje interesado de nuestros políticos, sea cual sea, su índole, ideología o condición.
Porque frente a las repetidas soflamas sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones la prueba del algodón que son las cifras muestra que las cuentas de la Seguridad Social tienen un agujero de 10.000 millones de euros y que la mejora del empleo no sólo no reduce el desequilibrio sino que lo amplía.
De hecho frente a un crecimiento del empleo del 3,2%, los ingresos de la Seguridad Social por cotizaciones suben apenas un 1%, cifra que contrasta con los datos del año 2007, en el que con un crecimiento similar de cotizantes, los ingresos aumentaron a una tasa del 8,2%.
Todo un síntoma de que el empleo que se crea dista mucho de ser estable, de calidad y duradero. Y volvemos a las cifras, porque los informes de la CE revelan que entre 2008 y 2013 los salarios reales agregados en España cayeron un 4,5%, mientras que la revalorización apuntada en 2014 y 2015 es inferior al 0,7% como media.
Incluso el Banco de España se ha sumado a las alertas denunciando que el proceso de moderación salarial que arranco en 2010 podría ser mas intenso, e incluso duplicar los datos oficiales. Una sobremoderación salarial que ha importado a España la anormalidad tercermundista de asalariados por debajo del umbral de la pobreza y que ahora amenaza con recortar la cuantía de las pensiones y el nivel de vida de los pensionistas.
Esta es la realidad de España hoy y que precisa de una corrección urgente que sólo puede venir a través de una recuperación real de los salarios. A ver si alguien, de quienes ahora tanto prometen en campaña, escucha, se entera y se interesa.