Lo ocurrido en el BPA (Banco Privado Andorrano) y su filial Banco Madrid puede ser una operación simple. Un organismo de EEUU denuncia posible blanqueo de capitales y todo se precipita: intervención del BPA y sus filiales.
Nada más. Pero a un imaginativo mediterráneo podría darle para montar una teoría de la conspiración. Sus pasos y sus datos serían los siguientes.
Acto primero: en los juzgados de Barcelona se analizan casos de corrupción, con fuga y blanqueo de capitales incluidos; los datos apuntan a políticos nacionalistas y sus depósitos en Andorra.
Acto segundo: por primera vez en la historia el presidente de un Gobierno español visita el Principado y se reúne con su Gobierno ¿acompañado de expertos de Hacienda?; en la reunión se acuerda reforzar la cooperación en materia de información bancaria que permita seguir adelante los juicios.
Acto tercero: una juez andorrana bloquea esa información y, en consecuencia, la instrucción judicial.
Acto cuarto: el CNI español, que ahora tiene buenísimas relaciones con la CIA americana por la cooperación anti-yihadista, se pone en contacto con la Central de Inteligencia Americana y le indica que la Venezuela de Maduro, enemigo de EEUU, utiliza el BPA para blanquear dinero procedente de extrañas operaciones con petróleo, y también un mafioso ruso.
Acto quinto: la CIA avisa al Departamento del Tesoro americano, que realiza la correspondiente denuncia y cae el BPA y el Banco Madrid (aviso a navegantes). La jugada del CNI ha sido maestra porque desde los círculos nacionalistas no pueden denunciar una conspiración "del imperialismo americano"; caerían en el ridículo. Además, los delitos son delitos aunque los descubra una conspiración. Así que se tienen que callar.
Todo esto es propio de una imaginación calenturienta y, por supuesto, no es verdad. Pero ¿a que resulta un buen guión para una película sobre operaciones financieras oscuras con mezcla de política y espías?