Los sondeos electorales destacan el crecimiento de Ciudadanos. En Cataluña alcanza a ERC; ya es el tercer partido en intención de voto (más de 20 escaños; ahora tiene 9) ¿A qué se debe? En parte a su ambigüedad.
Ciudadanos tiene dos almas. Una ideológica, de centro-izquierda y otra sociológica, de centro-derecha. El corazón a la izquierda y el bolsillo a la derecha.
El éxito de la ambivalencia
Recuerda el chascarrillo sobre Adolfo Suárez en la transición cuando quedó en un lugar secreto con Felipe González y Manuel Fraga. A mitad del camino había una bifurcación. Al llegar a ella el chófer de AP preguntó: "¿Qué hacemos, don Manuel?" Respuesta: "Siempre a la derecha". El conductor pregunto a Felipe: "¿Qué camino, compañero?" Respuesta: "Siempre a la izquierda". "Presidente, ¿qué dirección?", inquirió el funcionario que llevaba el vehículo. Como siempre, respondió Suárez: "Intermitente a la izquierda y gira a la derecha".
Esta ambivalencia es parte de su éxito. El español medio es social; el liberalismo es una semilla poco arraigada en la piel de toro. El Estado es visto como providencial, cubriendo muchas necesidades básicas: distribuidor de la riqueza, proveedor de una educación y una sanidad universal y gratuita, etc. Así nos lo han enseñado nuestros mayores. Eso es centro-izquierda.
Pero, por otra parte, muchos conciudadanos consideran los valores tradicionales como suyos: la familia, la honradez, el honor... y la unidad de España. Sí, la unidad de la nación, que se forjó definitivamente en los albores del siglo XIX con la Guerra de la Independencia alrededor de la añorada Constitución de Cádiz (1812). Algo que les identifica con el centro-derecha.
Un centro-derecha/centro-izquierda mesocrático que desconfía de los grandes poderes económicos, la banca y los grupos industriales-financieros. Esta es la masa que encandila Ciudadanos. La que pone el intermitente a la izquierda y gira a la derecha. La de Albert Rivera.
