
Según la Real Academia Española, ahorro es la acción de reservar alguna parte del gasto ordinario, guardar dinero como previsión para necesidades futuras o evitar un gasto o consumo mayor. Desde el punto de vista macroeconómico, el crecimiento de una economía depende de la inversión, que está directamente relacionada con el ahorro, que supone sacrificar consumo presente por consumo futuro, una disyuntiva a la que se enfrenta toda economía.
Desde que se inició la crisis económica, la tasa de ahorro de las familias españolas ha experimentado cambios muy intensos. Registró un aumento de 7 puntos porcentuales entre 2007 y 2009 (del 9% al 16%), y un descenso similar a partir de esa fecha. Según los últimos datos publicados por el INE, la tasa de ahorro de los hogares y las instituciones sin fines de lucro en España cayó en el tercer trimestre de 2013 al 9,2%, volviendo a niveles de 2007.
Durante los primeros años de la crisis, se produce en la población española un efecto llamado "ahorro precautorio". Los modelos teóricos predicen que, en épocas de incertidumbre, se produce un descenso en el consumo para destinar esos recursos a la constitución de una reserva. El ahorro aumenta a medida que empeoran las expectativas. Este hecho no sólo se ha producido en España, sino que es tónica común en todos los países de la Unión Europea y, sobre todo, en los países que forman parte de la zona euro.
Pero la caída de la ratio de ahorro registrada en España durante el pasado año nos indica que la duración de la crisis, el recorte de los salarios y la menor posibilidad de acceder a la financiación bancaria por parte de las familias, sumado al impacto que supone subidas de impuestos como la de IVA, se está llevando por delante el ahorro acumulado por las familias.
Según el INE, la merma de la renta disponible de los hogares durante el tercer trimestre de 2013 fue del 1,6% con respecto al mismo periodo de 2012, como consecuencia de un recorte del 3,5% en la remuneración de los asalariados y de una caída del 2,5% de las rentas de la propiedad recibidas (intereses, dividendos y otros rendimientos) por aquellas familias que invierten en Bolsa u otros productos.
Durante años, la distribución del ahorro de las familias entre los diferentes productos ha estado muy influida por el peso de las entidades financieras. Los bancos y las compañías de seguros ponen a disposición de los clientes todo tipo de productos de ahorro periódico con los que intentar constituir un capital futuro, del importe deseado por cada ahorrador y en los plazos que más le interesen. Esto le permitirá en el futuro hacer frente a imprevistos o simplemente concretar económicamente un determinado objetivo.
El reto que afrontamos los asesores financieros pasa por contribuir a fomentar la práctica del ahorro desde el colegio y en proporcionar un asesoramiento profesional e independiente a nuestros clientes. No importa lo pequeña que sea una inversión. Ahorrar periódicamente a largo plazo puede dar lugar a una suma considerable. Pero conseguir el objetivo dependerá de dar a esa inversión el tiempo que necesita para crecer.
José Antonio Pérez Muriel, de la Asociación Europea de Asesores Financieros. Asociado 6551 EFTA España.