
El Gobierno está enfangado en un escándalo de corrupción. Hay revueltas en las calles. Una brutal guerra civil amenaza con arrastrar a sus vecinos. No han faltado razones para vender valores turcos durante el periodo navideño.
Mientras que la mayoría de inversores estaban ocupados con compras de última hora, el índice de Estambul se desplomaba, cayendo de los cerca de 75.000 de mediados de diciembre a 63.000 justo después de Navidad. Para los inversores extranjeros, fue aún peor, con la lira turca en caída libre. Habrá que acostumbrarse. En los próximos seis meses habrá probablemente una serie de mercados emergentes entrando de lleno en la confusión. A medida que la Reserva Federal empiece a reducir -la flexibilización cuantitativa-, y a medida que crezcan las rentabilidades en el mundo desarrollado, el dinero que ha estado inundando nuevos mercados en busca de mejores rendimientos empezará a dirigirse a casa de nuevo. Desde Turquía hasta Sudáfrica, Rusia e India, podemos esperar ver una serie de mercados sumergidos en pánicos financieros.
Y sin embargo, hay que tener en cuenta que esto es sólo ruido a corto plazo. Un país como Turquía tiene una excelente demografía, bajo endeudamiento, una base industrial en expansión, y está situado en la unión de dos grandes bloques comerciales. Lo mismo puede decirse de la mayoría de mercados emergentes. Habrá una oleada de ventas y cada una de ellas será una oportunidad de comprar activos a precio de ganga.
Desde luego que Turquía no carece de problemas ahora mismo. La última crisis comenzó el 17 de diciembre, cuando el gobierno arrestó a los hijos de tres ministros del gabinete acusados de corrupción, junto con algunos importantes empresarios. Eso provocó revueltas en las calles contra el Gobierno del primer ministro Recap Erdogan. Ha habido rumores de golpe militar y el conflicto ha sido ampliamente interpretado como parte de una batalla más grande entre el régimen modernizador, pero cada vez más autoritario, de Erdogan y los activistas musulmanes. Difícilmente podría enfrentarse a un contexto peor, con la economía ralentizándose y una guerra civil desarrollándose en la vecina Siria, a la que el país puede acabar viéndose arrastrada. Turquía ya había sido sacudida el pasado verano por protestas políticas.
Ante el presagio de aún más disturbios, no sorprende que los inversores hayan ido dirigiéndose a la salida. Nadie quiere mantener su dinero en un país donde el Gobierno está perdiendo el control. El Índice Borsa Istanbul 100 cayó un 21% expresado en dólares en diciembre, y un 32% durante el conjunto de 2013. Los rendimientos de los bonos a dos años se han disparado a más del 10%, los mayores en dos años. El caos turco es sólo la primera muestra de lo que van a ser unos meses difíciles. Durante los últimos cinco años, a medida que los bancos centrales del mundo desarrollado inundaban los mercados con efectivo, y hacían caer los rendimientos de todo tipo de activos convencionales, el dinero escapaba hacia los mercados emergentes. Todavía ofrecían rendimientos dignos cuando en cualquier otro lugar se habían evaporado.
El dinero 'volverá a casa'
Ahora eso está a punto de revertirse. Aún está por ver cómo de lejos y cómo de rápido llevará a cabo la Reserva Federal el desmantelamiento de su estímulo mensual. El dinero que había inundado los mercados emergentes va a volver a casa. Al mismo tiempo, las grandes economías parecen estar en mejor forma. El euro ya no está en peligro -aunque a largo plazo sigue siendo más incierto- y Japón puede por fin estar terminando una depresión de dos décadas.
Eso va a ejercer inevitablemente un montón de presión en los mercados emergentes. Las naciones que dependen del flujo de capital extranjero para financiar los déficits por cuenta corriente van a tener de repente problemas una vez empiece a dirigirse a casa. A medida que la economía empiece a renquear, también se desmoronará el apoyo a los regímenes autoritarios y el caos político resultante provocará que huya del país aún más dinero.
Turquía está lejos de ser el único mercado emergente en tener problemas. Tailandia presenció protestas políticas antes de Navidad. El baht tailandés se ha quedado machacado. Ucrania ha sufrido olas de protestas sobre si el país debería buscar una posible entrada en la UE o mantenerse en la esfera de influencia de Rusia. Los rendimientos de los bonos se estaban disparando hasta que Rusia intervino y empezó a comprar.
Sudáfrica parece que puede ser la próxima tempestad. El crecimiento de Brasil se ha desacelerado drásticamente. Rusia bien puede estar yendo hacia un crack: la subida de los precios de la energía ya no parece capaz por sí misma de sostener la economía. Y sin embargo, a medida que los mercados se hundan, como sin duda ocurrirá, surgirán oportunidades de compra. Puede que los mercados en desarrollo hayan sido inflados con grandes flujos de dinero de las grandes economías. Pero eso no debería ocultar a los inversores el hecho de que estos países todavía tienen potencial de crecimiento.
Véase Turquía, por ejemplo. La deuda pública ha caído al 40% del PIB, la mitad de los niveles de hace una década, y en 2013 devolvió el último de los préstamos del Fondo Monetario Internacional. Tiene una fuerza de trabajo instruida, joven y en crecimiento. Se están creando nuevas industrias. Todavía es barato como para ser un centro manufacturero para Europa, pero es un puente hacia Oriente Medio y Asia. Es verdad que puede sumirse en el caos como en Egipto. Pero pocos países con un PIB per cápita de más de 10.000 dólares (un nivel que Turquía ha alcanzado en una década) llegan a presenciar revoluciones.
Lo más probable es que para otoño se habrá estabilizado y crecerá de nuevo. Muchos de los grandes mercados están ya en máximos. Ni Japón parece ya barato. No hay muchos chollos por ahí. Pero al mismo tiempo que los mercados emergentes tropiecen, se volverán mucho más atractivos. Turquía ya parece barata, y también lo parecerán varios mercados más en los próximos meses.
Matthew Lynn, Director Ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.