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Existe una alternativa al papel moneda que puede cambiarse en cualquier parte del mundo. La oferta es limitada y debería ser una opción segura si los mercados financieros se vuelven a hundir. Podríamos estar hablando del oro o de los bitcoins, la nueva moneda digital que está ganando popularidad.
Pero detrás hay un enigma. El precio del oro lleva cayendo casi todo el año y habría que ser un inversor muy valiente para decir que ya ha tocado fondo, mientras que el de los bitcoins se dispara. Los defensores del oro explican que el precio del oro está siendo "contenido" y que sería mucho más alto si lo estuviesen manipulando hacia abajo. Otros sostienen que los bitcoins son una burbuja pasajera, el equivalente tecnológico de los tulipanes holandeses en el siglo XVII, y que su precio se dispare no significa nada, aparte de que sigue siendo tan fácil como antes engañar a la gente.
La realidad es más interesante: la demanda de monedas alternativas ahí fuera es obvia y los bitcoins, en muchos sentidos, son un producto mucho mejor para ese mercado. La divergencia de precios ilustra cómo los bitcoins están desbancando al oro del mercado del "dinero alternativo" y no da lugar a mucho optimismo para el metal precioso.
Para los pocos que todavía no han oído hablar de él, los bitcoins son una moneda puramente digital, acuñada en cantidades limitadas mediante un algoritmo predeterminado. No se sabe quién la ha inventado y nadie la controla. Ahora mismo hay once millones de bitcoins en circulación y en su momento el algoritmo acabará creando unos 21 millones. Llegado ese momento se detendrá la producción y no habrá más dinero digital disponible. A principios de año, se podía comprar un bitcoin por 13 dólares. En retrospectiva, parecía el robo del año. Sin embargo, hace una semana el precio se disparó hasta los 900 dólares aunque después ha bajado pero en general ha subido mucho este año.
Los 'bitcoins', diseñadas para ser como el oro
Lo bueno de los bitcoins es que están diseñadas para ser lo que fue el oro cuando el metal precioso era una moneda. La oferta es limitada. No las controlan los gobiernos ni los bancos centrales. No es anónima, como algunos dicen, aunque es mucho más privada que el dinero en una cuenta bancaria. Es un depósito de valor. En igualdad de condiciones, sería lógico que el precio de los bitcoins y el oro se movieran en tándem, al estar impulsadas por las mismas fuerzas. Ambas son un refugio contra las perturbaciones de los mercados, una cobertura contra la inflación creada por el exceso de dinero que acuñan los bancos centrales y un deseo de diversificarse lejos del dólar y el euro.
Pero eso no es lo que ha pasado. Mientras el precio de los bitcoins se dispara, el del oro se ha hundido. A principios de año, el oro se comerciaba a 1.700 dólares la onza y ahora apenas llega a 1.250. Las dos décadas de mercado alcista del metal parecen haberse acabado. Un puñado de inversores audaces siguen comprando a estos precios pero con la inflación deprimida y la Reserva Federal planeando el fin de la flexibilización cuantitativa, parece improbable que se recupere en un futuro próximo. Lo interesante es por qué a los bitcoins les está yendo tan bien y al oro tan mal.
Los devotos del oro tienen una respuesta sencilla. Explican que el precio del oro está siendo "contenido" (los gobiernos y bancos centrales manipulan el precio hacia abajo por la amenaza que supone para su monopolio del papel moneda). No les gusta el oro porque cuestiona su poder e infringe pérdidas a los inversores que lo poseen. Bitcoin es parecido al oro, explican, pero como su precio se fija libremente y no puede manipularse, no está siendo "contenido". Según esta versión de los acontecimientos, el precio está haciendo lo mismo que haría el del oro si nadie se pusiera en medio: dispararse. Además, los bitcoins podrían ser un capricho tecnológico. Los mismos que se emocionan más con un nuevo sistema operativo de Apple que cualquier persona normal están amasando moneda digital.
Desde hace cientos de años ha habido burbujas que van desde los tulipanes hasta el material ferroviario, pasando por la radio o las empresas espaciales. Esto no es diferente: una manía pasajera que se hundirá enseguida y dejará a todos los que se subieron abordo con la sensación de haberse equivocado. Según esa teoría, no extraña que los bitcoins suban y el oro se hunda. Al fin y al cabo, es un delirio que no atañe al metal precioso.
Es posible que ambos argumentos tengan algo de razón. Los bitcoins son sumamente volátiles y no cabe duda de que hay mucha especulación salvaje en el precio disparado del último mes. Aun así, la explicación más interesante está en un término medio. Bitcoin está en auge como una moneda seria. Al contrario que el oro, tiene una oferta auténticamente finita. No está sujeta a manipulaciones y es difícil de robar (aunque no imposible). Almacenarla no cuesta demasiado. E incluso se pueden comprar cosas con ella (lo que no se puede hacer con el oro salvo que vayamos a un zoco de Dubai). En muchos sentidos, es una alternativa mejor que el oro y su superioridad se está haciendo evidente.
Que los bitcoins desbanquen al oro en el mercado monetario "alternativo" explica la divergencia de precios. Cada vez se mueve más dinero hacia la divisa digital, lo que a falta de un mercado líquido implica que el precio se dispare. Y por lo menos algo de dinero está saliendo del oro, lo que explica gran parte de su debilidad este año. Después de todo, durante varios miles de años el oro ha tenido el mercado "alternativo" para él solo. Si ahora tiene competencia, parece lógico pasar al menos parte del dinero "seguro" de uno al otro. Además, los bitcoins seguirán subiendo y el oro bajando durante mucho tiempo.
Matthew Lynn, Director Ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.