
En junio de 2012, España pedía ayuda a sus socios europeos, la banca española necesitaba recomponer su capital. La crisis financiera se cebaba en nuestro país, antes Irlanda, Grecia y Portugal habían tenido que pasar por algo parecido, la solicitud formal de ayuda y el sometimiento a la troika. En nuestro caso se trataba de una línea de crédito otorgada al Frob para recapitalizar aquellas entidades bancaria que lo requiriesen. Después de casi dieciocho meses, haber utilizado 41.300 millones de euros de los 100.000 disponibles, decimos adiós y en enero del próximo ejercicio cerraremos oficialmente el rescate.
Seremos el primero de los cuatro países que hasta el momento se han visto en la necesidad de solicitar el rescate en abandonar la ayuda y supervisión de Europa, ni tan siquiera ha hecho falta una prórroga del mismo. El último informe de la troika venía a decir que nuestra banca estaba ya en disposición de liberarse de la ayuda. En el mismo se refleja que las condiciones de solvencia parecen ser razonables teniendo presente la situación económica, todavía mala pero al menos parece estabilizada.
Si hacemos un poco de memoria en aquellos momentos la bolsa, el Ibex 35, se movía en niveles ligeramente superiores a los 6.000 puntos. La prima de riesgo de nuestro bono a diez años era superior a los 525 puntos básicos. No había ninguna posibilidad de conseguir crédito, ni siquiera las grandes empresas podían sacar emisiones de renta fija, no es que se demandasen tipos de interés prohibitivos, sino que los inversores no compraban nada que se llamase España.
Aquellos mercados cerrados llevaron al gobierno del PP a pedir la ayuda, después de que en numerosas ocasiones negasen esta posibilidad. La intervención se consideró blanda, no había exigencias macroeconómicas adicionales a las ya impuestas, pero nuestro sistema bancario debía ser radiografiado, recordarán los test de estrés por supuesto se nos exigían condiciones para las entidades que tuvieran que ser intervenidas.
Lo de intervención blanda no es ningún invento, tanto Irlanda como Portugal protestaron por un acuerdo que era mucho mejor para nuestro país que el que aquellos el suyo. Aun cuando abandonemos la intervención blanda seguimos todavía pendientes de que ocurrirá con Novagalicia Banco y Catalunya Caixa, principalmente, aunque otras entidades tienen que recapitalizarse. Bankia comienza ya su andadura teniendo liquidez fresca y posibilidades de comenzar ya a funcionar normalmente, aun cuando le falta por deshacerse de alguna de sus participaciones o negocios que no sean los puramente centrados en banca.
La Sareb comienza con cierta lentitud a vender activos con grandes descuentos y veremos si al final no arroja pérdidas. Entre tanto, Unnim, otra entidad que fue nacionalizada ha finalizado su proceso de integración dentro del BBVA, Caja Mediterráneo fue adquirida por Banco Sabadell, Banca Cívica y Banco de Valencia, el único banco bajo la troika, está ya dentro de la red de La Caixa, Banco Pastor ha desaparecido al integrarse en Banco Popular.
En definitiva hemos vivido una enorme reorganización de nuestro sector bancario. Han desaparecido multitud de entidades, especialmente bancos pequeños y sobre todo cajas de ahorros, estas últimas con órganos de decisión muy politizados y donde la expansión que llevaron a cabo y fundamentada en los préstamos al sector inmobiliario las han llevado a la práctica extinción. Se han cerrado numerosas oficinas, se han adelgazado las plantillas de los bancos, los salarios en muchos casos han caída.
Multitud de ahorradores e inversores han visto como la cotización de las acciones de los bancos se desplomaba, en algunos casos hasta pérdidas. Poseedores de preferentes y deuda han perdido una gran cantidad de su dinero, llevando hasta los arbitrajes y los tribunales sus problemas. El crédito se va desperezando para las grandes empresas pero sigue siendo muy escaso para pequeñas empresas y familias. La morosidad bancaria es, históricamente, altísima. Nuestra deuda pública ha aumentado en tres puntos por la ayuda concedido por Europa. Me van a permitir que pare aquí pues el panorama es desolador.
La transcendencia de la delicada situación de nuestros bancos ha complicado la situación y está haciendo un daño terrible. Ante este grave panorama muchos nos preguntamos dónde están las responsabilidades, donde están los culpables. Podríamos comenzar por el Banco de España, continuar por la CNMV, buscar en los órganos de decisión de cajas nacionalizadas y ya desaparecidas. Salvo casos contados las investigaciones y las comisiones han servido para poco, todo parece indicar que no habrá culpables. La reorganización del sector bancario va a traer contracciones y cambios fuertes en nuestros mercados de financiación que todavía deben asimilarse y que dilatarán aun más la salida de esta tremenda crisis.
Miguel A. Bernal Alonso, Coordinador del departamento de investigación y profesor del IEB.