Firmas

Unos presupuestos continuistas

  • Sorprende la rapidez con la que algunas CCAA han anticipado bajadas de impuestos
  • La reforma laboral debe ayudar a que los empresarios no tengan miedo a contratar

A medida que va avanzando la tramitación parlamentaria de los presupuestos ya vemos que no tendremos demasiadas sorpresas respecto a las previsiones iniciales. La verdad es que la situación de las finanzas públicas tampoco da para mucho más. Las cifras clave siguen siendo el crecimiento del PIB y el déficit público. Afortunadamente hemos vuelto a tener crecimientos intertrimestrales positivos en el tercer trimestre de 2012, lo que nos permite decir que hemos salido de la recesión. Es una buena noticia que hace más creíble el crecimiento previsto para 2014, que el Gobierno cifra en un 0,7%.

A pesar de que el FMI hace previsiones más pesimistas, algunos analistas vaticinan un crecimiento incluso superior y que podría llegar al 1%. En cuanto al déficit público, hemos de agradecer que nos hayan alargado el plazo para llegar al 3% hasta 2016.

La continuidad de las políticas de austeridad se ha demostrado ineficaz en un entorno recesivo global, lo cual no implica que no tengamos que seguir en el camino de la reducción del déficit. Para el año 2014 se ha previsto bajar al 5,8%, desde el 6,5% con el que previsiblemente acabaremos este año. La distribución de este déficit entre el Estado y las comunidades autónomas seguirá siendo motivo de polémica, ya que éstas no podrán superar el 1%. Es por ello que sorprende la rapidez con la que algunas comunidades han anticipado espectaculares bajadas de impuestos cuando todavía estamos a medio camino en la consolidación fiscal.

El otro frente abierto es la reforma de la Seguridad Social, cuya previsión de déficit para 2014 es del 1,1% del PIB. Recordemos que la propuesta del Gobierno es implementar el factor de sostenibilidad, el que depende de la esperanza de vida, en 2019, y establecer una franja para la revalorización de las pensiones. El mínimo será el 0,25% y el máximo el IPC +0,25%. Ya saben que el dato del IPC de octubre ha entrado en terreno negativo y se ha situado en el sorprendente -0,1%. Ya seríamos gafes si estas cifras se mantienen y resulta que el máximo se sitúa por debajo del mínimo.

¿Sin riesgo de deflación?

Esperemos que no sea así, aunque se empiece a hablar de riesgos de deflación no parece que se vaya a producir. Es cierto que algunas rentas, como salarios o alquileres, están disminuyendo pero la previsión de inflación en 2014 se sitúa alrededor del 1%. Seguimos inmersos en la famosa devaluación interna que ha permitido mejorar sustancialmente la productividad de nuestra economía, básicamente con sacrificios de los asalariados.

Sin embargo, este crecimiento que prevemos no será suficiente para empezar a resolver en serio el drama nacional, que es el 26% de paro. Será necesario un crecimiento entre el 1,5% y el 2% para empezar a crear empleo, y este aumento solo se podrá producir en el momento en que crezca el consumo interno.

Las exportaciones, auténtica buena noticia de la macro española, no serán suficientes ya que representan un tercio del PIB. Que empecemos a tener señales positivas en la creación de empleo es clave para aumentar el gasto de las familias que permita el crecimiento del consumo. Aquí es donde esperamos que la reforma laboral ayude a que los empresarios no tengan miedo a contratar en cuanto observen que aumentan los pedidos y se animen las ventas. Otra condición indispensable para la consolidación del crecimiento es que vuelva la financiación a las empresas y particulares.

En este punto seguimos teniendo buenas noticias en la bajada de la prima de riesgo y en la financiación del Estado. El bono a 10 años ha bajado del 4% y una agencia de calificación ya ha mejorado la perspectiva de la deuda española. Esperemos que las otras agencias efectúen el mismo movimiento y se mantenga el interés de los inversores internacionales. Con una deuda pública que alcanzará el 100% del PIB, es básico mantener controlado el coste de la misma, al que destinaremos 37.000 millones de euros en los presupuestos de 2014.

Y dicho todo ello, esperemos que sigamos luchando contra el fraude fiscal y la economía sumergida. El tamaño de esta última se sitúa en el 18% del PIB según diversos estudios, lo que nos aleja seis o siete puntos de países como Alemania o Francia.

Lo paradójico del caso español es que, con los tipos marginales altos, recaudemos menos en relación al PIB. Asimismo, las pocas inversiones en infraestructuras que podremos hacer esperemos se decidan con criterios económicos y no por intereses políticos. Demasiados ejemplos tenemos de aeropuertos y AVEs que nos avergüenzan. En definitiva, seamos optimistas, lo que parece claro es que el año próximo será mejor que este.

Jordi Fabregat, profesor de Economía de Esade.

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