
En las elecciones a la Cámara Alta japonesa celebradas el pasado domingo, el oficialista Partido Liberal Democrático (PLD) ha resultado ser el claro vencedor en unos comicios que se antojaban claves para el primer ministro Abe Shinzo. Tras una campaña electoral marcada por una oposición fragmentada incapaz de presentar alternativas creíbles, Abe Shinzo ha conseguido los escaños necesarios para llevar a cabo su programa estrella: el paquete de reformas económicas conocido popularmente como abenomics.
Aunque algunos comentaristas han advertido que se inicia un período de mayoría absoluta en el que el primer ministro implementará su agenda nacionalista, la auténtica "revolución Abe" se fundamenta en las reformas estructurales de la economía japonesa y la participación de Japón en un acuerdo de libre comercio transpacífico.
¿Qué implican, en definitiva, el paquete de medidas conocido como abenomics y por qué resulta clave la adhesión de Japón a dicho acuerdo de libre comercio? Sobre la primera cuestión, conviene recordar que Shinzo Abe había ocupado el cargo de primer ministro durante un año en 2006, pero tuvo que dimitir por su incapacidad de presentar propuestas atractivas para solucionar los problemas económicos que adolecen el país desde hace dos décadas.
Crecimiento económico
Cuando ya muchos lo consideraban parte del pasado, Abe tomó las riendas del PLD y logró imponerse en los comicios electorales del pasado diciembre de 2012 en la Cámara de los Representantes, la más poderosa de las dos cámaras. Consciente de las sombras que acompañan su pasado como primer ministro, el primer ministro presentó las bases de su abenomics, una estrategia económica cuyo objetivo es lograr el crecimiento económico de Japón sobre la base de tres arcos o pilares: una política monetaria agresiva, una política fiscal híper-expansiva, y un paquete de profundas reformas del sistema económico.
Por lo que se refiere al primer arco, desde principios de año el Banco de Japón, en clara sintonía con las políticas de Abe, ha empezado una política monetaria agresiva cuyo objetivo es doblar la actual base monetaria de Japón en los próximos dos años y conseguir una inflación del 2%. Tras más de veinte años de deflación, para Abe lograr esta inflación es un signo de que el consumo se está reactivando y que los ciudadanos vuelven a confiar en el país.
En cuanto al segundo arco, la política fiscal híper-expansiva representa un claro distanciamiento con las medidas llevadas a cabo en Europa. Para salir de la crisis, Abe propone seguir una política keynesiana de estímulo de la demanda a través de la inversión masiva de obras públicas e infraestructuras que tengan más de cincuenta años, medida que debe permitir crear puestos de trabajo, aumentar los salarios de los trabajadores y, finalmente, incentivar un consumo frenado durante años de crisis económica.
Por último, tan solo unas semanas antes de las elecciones en la Cámara Alta, Abe desveló los puntos esenciales del tercer arco, un paquete de reformas estructurales basado en la desregulación de determinados sectores (como el poderoso sector farmacéutico y eléctrico), la revitalización de la industria exportadora japonesa y en un crecimiento sostenible, una alusión a la necesidad última de aumentar la competividad de la economía nipona.
Precisamente, para lograr incrementar la competitividad, resulta esencial formar parte de un Acuerdo de Libre Comercio que están negociando 12 países y entre los que se encuentran las economías de los Estados Unidos, Australia o Vietnam. Para Abe, la adhesión al acuerdo de liberalización significará un aumento de las exportaciones e inversiones japonesas a toda la zona, el impulso final que necesita una economía que en los últimos meses ya se ha visto beneficiada por un yen que se ha depreciado frente al dólar casi un 30% desde que la llegada al poder del primer ministro.
Sin embargo, para poder participar en el acuerdo, Japón debe liberalizar parcial o totalmente la agricultura, un sector poco competitivo que ha estado hasta ahora ultra protegido con ayudas, subsidios y aranceles para determinados productos que alcanzan el 800% en el caso del precio del arroz, 380% para el azúcar, o 252% para la harina. Los próximos meses serán claves para saber si Abe será capaz de superar la resistencia proveniente tanto del sector agrícola, farmacéutico y eléctrico como de su partido por su intento de romper con los intereses velados que tradicionalmente han existido entre dichos grupos y el PLD. Esta vez Shinzo Abe ha vuelto para quedarse y está convencido de que su abenomics, como afirma una leyenda japonesa, resultará indestructible si las lanzas son lanzadas por tres arcos unidos.
Lluc López i Vidal, profesor del Máster de Estudios de China y Japón, mundo contemporáneo de la UOC