
El decreto ley de modificación del régimen de administración de la Corporación RTVE fue convalidado en el Congreso el pasado 17 de mayo. Como era de esperar, no ha faltado el habitual debate partidista sobre el control político de los medios públicos.
En estas breves líneas quisiera ofrecer una visión distinta sobre la cuestión. Una visión casi siempre pasivamente olvidada o activamente ignorada: la vertiente empresarial, de gestión, en la problemática asociada a los medios audiovisuales públicos (MAP). A mi entender, es precisamente esta omisión la gran responsable de la desastrosa situación de este sector en España.
Es conveniente dar algunos datos para situar al lector en la dimensión económica de esta problemática. Las subvenciones públicas a los medios audiovisuales públicos ascendieron a 2.289 millones de euros en 2010. Esta cifra equivale al 34% del volumen total de ingresos del sector de medios audiovisuales, según datos de la CMT. El crecimiento de estas subvenciones, sostenido desde 2006, ha sido de un 92,2% entre 2006 y 2010.
Estos datos permiten hacer tres constataciones. Primera: las subvenciones crecen de forma sostenida, no son ayudas puntuales. Segunda: la subvención supera el 50% de los ingresos no públicos del sector; es una industria artificialmente sostenida. Y tercero: el volumen de las subvenciones públicas a los MAP es muy significativo en términos de déficit público, pues supone el 8,5% de los 27.000 millones de euros de reducción adicional de déficit al que el Gobierno se comprometió con la Comisión Europea en marzo.
Este enorme esfuerzo del Estado está sosteniendo una gran Corporación RTVE con más de 6.400 empleados e implantación regional propia, más 12 organismos autonómicos adscritos a la Federación de Organismos de Radio y Televisión Autonómicos (Forta) y multitud de organismos de ámbito provincial o local. Un tupido tejido público inmerso en un mercado con inequívocos síntomas de final de etapa, de obsolescencia de modelo. Por citar sólo algunos: desequilibrio extremo entre una oferta exuberante (número de licencias, canales y horas de emisión) y una demanda (consumo) contenida; cambio de patrón de consumo de jóvenes y adultos; imparable incremento de servicios y plataformas sustitutivos basados en Internet; fuga de publicidad hacia estas mismas plataformas, etc.
El sector audiovisual se transforma en todo el mundo como consecuencia del nuevo paradigma tecnológico y social y nuestros medios públicos siguen anclados en una lógica de producto y organizativa de los años 70. Estructuras inmensas en recursos materiales y humanos, a menudo infrautilizados, que se han mantenido esencialmente invariables a pesar del enorme progreso y maduración que ha experimentado la tecnología y la industria de los servicios en este sector en los últimos 25 años. Han estado completamente al margen de las mejores prácticas de gestión que desde hace décadas aconsejan focalizar los recursos en el negocio nuclear, minimizar activos y costes no funcionales y rodearse de partners de servicios con la mejor relación calidad/precio.
Las empresas audiovisuales españolas de capital privado han ido transformándose y adaptando sus estrategias y organizaciones a la evolución del sector, esencialmente porque sus directivos responden a sus accionistas en términos de eficacia y rentabilidad. Los MAP, en cambio, han quedado anclados en el pasado, embarrancados en un mar de pérdidas económicas y endeudamiento.
La obsolescencia del tejido empresarial
Estamos haciendo un enorme e insostenible esfuerzo financiero para mantener un tejido empresarial obsoleto que vive de espaldas a la evolución del sector, de la economía, y de las mejores prácticas del management empresarial. La situación es doblemente inviable.
¿Quiere esto decir que quien subscribe aboga por la supresión de los MAP? De ninguna forma. Los medios audiovisuales públicos siguen siendo imprescindibles para ofrecer a los ciudadanos información plural y rigurosa y entretenimiento de calidad, y contribuyen firmemente a la calidad democrática de una sociedad. Sin embargo, también tienen que responder a sus accionistas que, en este caso, son los ciudadanos. Los consejos directivos de los MAP deben tener alergia al despilfarro. A los gerentes, además de preparación en management, calidad, independencia, honestidad, etc., hay que exigirles un buen uso de los recursos. La actual estructura organizativa y de personal de los MAP impide la eficiencia, sólo hay que ver los resultados. Es necesario cambiarla, pero no por partidismo político, sino sencillamente porque es obsoleta desde el punto de vista empresarial.
Se necesita un nuevo modelo para los medios públicos. Precisamente porque son imprescindibles, debemos refundarlos, lejos del obsoleto e insostenible paradigma actual.
La nueva etapa de la Corporación RTVE es la gran oportunidad para proponer a la ciudadanía este nuevo modelo. Un arquetipo moderno y de futuro, ágil y eficiente, competitivo ante los retos que la tecnología y la evolución del sector seguirán imponiendo en los próximos años. Un modelo con los más altos estándares de pluralidad, rigor y calidad de todos sus servicios editoriales. Un modelo en que la convergencia digital sea el ADN de su nueva arquitectura organizativa. Un modelo con una gobernanza que combine la visión y la estrategia empresarial a largo plazo con una excelente gestión económico-financiera en el corto y medio plazo. Un modelo dotado de un código ético basado en una absoluta transparencia hacia los ciudadanos y las instituciones, y un alto estándar ético personal de todos y cada uno de sus directivos y trabajadores. Y, finalmente también, un modelo que facilite la transformación de otros entes autonómicos en organizaciones más eficientes y ligeras. La Corporación RTVE en pocos meses podría proponer un programa de sinergias a los MAP autonómicos para compartir recursos y servicios de carácter no editorial. Ello permitiría que cada entidad mantuviera su independencia editorial, pero beneficiándose todos de una sustancial reducción de costes.
El Gobierno tiene en sus manos un proyecto vertebrado alrededor de los valores y ejes fundamentales que aquí se exponen: el Proyecto Citizen. Un trabajo realizado por expertos, puesto a disposición de los responsables políticos con el fin de que, si lo desean, esta vez sí puedan tomarse las decisiones que realmente pueden contribuir al saneamiento del sector.
Con esta reflexión, de carácter exclusivamente empresarial, quisiera poner de manifiesto cuán importante es ahora romper con la tradición de la discusión política sobre el control editorial de los MAP. El problema hoy es fundamentalmente económico, de gestión y de obsolescencia de modelo.
Por ello, es muy importante que Gobierno y oposición hagan un esfuerzo de entendimiento, con sentido de Estado, para hacer posible el relanzamiento de los MAP con un nuevo modelo para CRTVE. Un modelo que, garantizando la pluralidad, el rigor y la calidad de sus contenidos, haga también de la Corporación RTVE una referencia en cuanto a la calidad de la gestión de los recursos públicos.
Santiago Miralles, corredactor del proyecto CITIZEN. Profesor de Media Convergence, Technology and New Business Models, ESADE Business School.