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Bankia yo caliente, ríase la gente

  • La entidad necesita unos 20.000 millones, tres euros por habitante de la Tierra

Llega el primer banquero profesional que pisa Bankia desde que se fundó y descubre que es un proyecto sólido y con futuro al que sólo le hacen falta más de 20.000 millones de euros, es decir, tres euros por cada habitante de la Tierra. Los banqueros entienden de balances y con oler un crédito saben clasificarlo en subestándar o dudoso, aunque no lo hagan; cosa que a un político se le da peor, pues está acostumbrado al arte de lo posible, que a veces es imposible. El diseño de la asunción de pérdidas que realizó el Gobierno anterior con la colaboración del Banco de España implicaba la lenta depuración de los balances confiando en una pronta recuperación de la economía: no se produjo y emergen las pérdidas.

El Gobierno actual vino con ardor guerrero a poner negro sobre blanco la realidad y me temo que ha sido el primer sorprendido por la magnitud de un problema que había subestimado en su dimensión real, sin tener aparentemente una estrategia previa para financiarlo, porque de haberla tenido habría utilizado las facilidades a tres años del BCE mediante algún instrumento bancario público, oportunidad que dejó pasar sin despeinarse. Es decir, la improvisación que tanto criticábamos en el Gobierno anterior ha contagiado a éste hasta la misma médula de sus decisiones, y ahora está metido en más de 50.000 millones de rescate bancario sin comerlo ni beberlo.

Tres euros por terrícola

Si la ministra Salgado era más lista para los recados que para las matemáticas al vaticinar 20.000 millones de necesidades en la banca, De Guindos, sin un plan claro que poner en marcha, se ha metido en la boca del lobo, por lo que podría resultar tan poco listo para las matemáticas como Salgado, aunque eficaz asimismo en los recados, sobre todo si se trata de filtraciones. Y ahora vivimos un debate en las redes sociales y no sociales que no hace sino pedir cabezas, pues tres euros por terrícola son muchos euros, que entre todos los rescates no bajarán de siete. El pueblo pide sangre, pero es más que probable que todo quede impune. Sobre todo la incompetencia de unos políticos, sindicalistas y demás enchufados cuyo conocimiento del funcionamiento de un banco se acreditaba por un carné de afiliación.

El Banco de España daba por buena la experiencia bancaria de los consejeros y altos cargos con tener la ESO, me temo. Y, si ese debate pudiera ser estéril, pensemos que, siendo Bankia una entidad sistémica por obra y gracia de nuestros próceres, que lucharon por esa fusión como forma de meter bajo la alfombra un muerto tan grande que han acabado tropezando con el bulto. Al salvar Bankia se está salvando a toda la banca. Ya lo dice el Talmud de Jerusalén: quien salva una vida salva al mundo entero, y, así, al salvar a Bankia salvamos entidades que ni siquiera están en tela de juicio, pero que de no hacerlo podrían fácilmente caer como cayeron las columnas del templo cuando Sansón las agitó para acabar con los filisteos.

En este caso, los filisteos deben estar agradecidos, aunque quizá no baste puesto que son los filisteos los que más han propiciado que las columnas caigan sólo sobre lo que a ellos conviene. Por eso se opusieron, entre otras medidas, al famoso banco malo que habría favorecido otro escenario. Además, cuando el Estado impone más contribución al Fondo de Garantía de Depósitos, los solidarios banqueros emiten pagarés para evitar contribuir.

Vamos, que su ejemplar comportamiento, ése que les hace simpáticos a los ojos de los ciudadanos, les hace asimismo acreedores de una especie de castigo por sus muchos pecados, que además contentaría a las masas: ganar menos dinero, no por cubrir pérdidas, que es obligado, sino para contribuir de verdad a los rescates que les rescatan indirectamente. El Estado lo hará en la parte que toca a todos los ciudadanos, pero si éstos salvan con su dinero unos negocios particulares, por qué han de salvarse gratis. Los mismos argumentos que tendrían para tener que cerrar sus empresas serían los que cualquiera tiene para cerrar la suya: no me financian los mercados, hay recesión, no tengo liquidez, y la culpa fue de Bankia; pero realmente a nadie le importaría de quién fue la culpa. Ellos se quedarían sin su banco. Porque aunque de momento anden calientes, la gente, precisamente, no se está riendo.

Juan Fernando Robles, profesor de Banca y Finanzas.

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