Energía

La reforma energética del 'café para todos'

La reforma energética se ha erigido como la solución para el déficit de tarifa que menos agrada al sector y, por supuesto, a los consumidores. Ha imperado la máxima del café para todos, pero las compañías se preguntan por qué. ¿Por qué? Si cada tecnología es diferente, ¿por qué? Si cada planta tiene distintos ingresos, ¿por qué? Si los rendimientos de capital no son iguales. Hay muchas incógnitas en esta reforma, sobre todo porque los ajustes no gustan a nadie, o a casi nadie, y lo único que se ha asegurado el Gobierno es un aluvión de pleitos si los ajustes no se modifican en el proceso parlamentario.

Desde todos los sectores se pedía que la polémica tasa a la generación, que finalmente se ha fijado en el 6%, gravara los beneficios y no los ingresos como finalmente se ha impuesto. Ante la dificultad para calcular esta variable se dio otra opción: gravar la producción o imponer una tasa igual para todos pero en euros por megavatio.

Pero ninguna de estas opciones convenció al Gobierno y optó por la más dañina para las empresas porque no tiene en cuenta la cuantía de sus márgenes o su modelo de negocio, como ocurre con la biomasa y la cogeneración.

Y es que judicialmente y burocráticamente es más sencillo sacar adelante la tasa que finalmente se ha impuesto. Los tribunales no lo podrán calificar de discriminatoria, aunque de fondo lo sea, y tampoco tendrán que hacer una auditoría a cada planta para valorar su producción. El Gobierno es consciente de la cantidad de pleitos que se avecinan, pero su obsesión es no dar puntada sin hilo y que las medida no sean tumbadas.

Algunos fondos de inversión ponían el grito en el cielo porque no se contempla una fiscalidad diferenciada, al igual que ocurre con el IVA, cuya imposición es diferente en función del producto que se grave. Pero el problema aquí es que el producto es el mismo, es decir, la electricidad. Por tanto, legalmente no cabía aplicar tasas diferentes para las tecnologías tal como preveía la primera propuesta del Ministerio de Industria.

Aquí, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tenía muy claro cómo había que aplicar una reforma fiscal que no pudiera ser recurrida. Pero dentro de su objetivo se encontró con que tuvo que hacer alguna concesión al ministro de Industria, José Manuel Soria. De hecho, el borrador de Anteproyecto lleva la firma de los dos miembros del Ejecutivo, algo inusual en este tipo de normas.

Golpe a la termosolar

Así, desde el sector se asegura que la reforma, tal como se conoce, tampoco responde a la filosofía inicial que preveía Montoro.

Es más, Soria ha conseguido imponer una serie de recortes anexos que hacen que, por ejemplo, en el caso de la energía termosolar el ajuste ronde el 18 por ciento, según algunos fondos de inversión. el ministro de Industria pretendía abarcar un recorte con el que poder frenar, en parte, el coste que supondrá la entrada de nuevas plantas en el sistema y que tienen derecho a prima.

De esta manera ha logrado que la energía termosolar tenga que soportar, además de la tasa del 6%, un céntimo verde para el gas que consuman sus plantas y la supresión de las primas para la energía producida con materias primas contaminantes y que hasta ahora ascendía al 15 por ciento.

Los promotores de esta tecnología ya no esconden que lo más probable es que dejen de quemar gas, de tal forma que dejarán de ser "gestionables" como hasta ahora. Una maniobra que aprovecharán los ciclos combinados, que han sido desplazados en el mercado por el crecimiento de las renovables. Y tampoco hay que olvidar que los ciclos sólo están funcionando actualmente 1.000 horas al año cuando su programa inversor planeaba un rendimiento de unas 4.000 horas.

Instalaciones en juego

Además, puede que Soria logre que las futuras plantas termosolares no eleven demasiado el actual déficit porque hay varios fondos de inversión, y alguna compañía española, que se están planteando no continuar con la construcción de las instalaciones que ya están en una primera fase y que en los próximos dos años deberían estar conectadas en el sistema.

En lo que no ha reparado el Gobierno es en que ya está apretando mucho a la industria y, de hecho, está a punto de estrangularla. Y precisamente éste es el drama actual. La gran industria se lleva las manos a la cabeza sólo con pensar en cómo se va a encarecer la luz debido a que las eléctricas van a repercutir la mayor parte de los impuestos aplicados.

El propio Gobierno en la memoria económica del Anteproyecto reconoce que el recibo de la luz subirá más de un 3 por ciento y el del gas un 4 por ciento, a pesar de no tener en cuenta el IVA.

En el caso de los grandes consumidores la tensión será mucho mayor ya que la luz supone para muchas industrias uno de los cuatro costes más importantes, por lo que para un director de planta lo más importante es que no se dispare esta partida. El borrador que maneja el Ejecutivo contempla que para este segmento la factura eléctrica se incrementará entre un 10 y un 14%. De ahí que muchas industrias se decantaran por la cogeneración, en cuyos procesos requieren electricidad y calor o vapor.

El objetivo no era convertirse en eléctricas, sino soportar los costes de la energía al poder generar ellas mismas la suya propia. Pero para ello, precisaron realizar unas fuertes inversiones y ahora la tasa planteada se puede comer toda la rentabilidad.

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