
Enagás puede disponer de unos 400 millones de euros para compras en el extranjero hasta 2020, adicionales a los 663 millones que ya tiene comprometidos hasta ese año. Esta mayor inversión, en caso de materializarse, se traduciría en un incremento del beneficio al final del período: subiría de los 465 millones previstos actualmente a más de 500 millones.
Entre 2018 y 2020, Enagás espera obtener un flujo de caja de 2.366 millones. De esa cantidad, una vez descontado la inversión comprometida, el servicio de la deuda y el abono de dividendos, la firma espera disponer de 828 millones de uso discrecional del Consejo de Administración.
Ese capital está directamente relacionado con su solvencia financiera. La empresa presidida por Antonio Llardén tiene como prioridad mantener su calificación crediticia, situada en A-, con la consideración de estable a largo plazo -en España solo REE y el Santander lucen un rating tan alto- y, consecuentemente, uno de sus objetivos es mantener una ratio entre el flujo de caja y la deuda neta superior al 15%.
Ahora bien, cumpliendo con esos criterios de solvencia, la compañía todavía tiene un margen holgado y puede disponer de unos 400 mi- llones de esos 828 millones para adquirir activos más allá de nuestras fronteras y profundizar en su expansión internacional.
Salto en el beneficio
En su escenario base para los próximos años, Enagás prevé obtener un beneficio después de impuestos de 465 millones en 2020, aplicando un ritmo de crecimiento estable del 3% desde 2016. Pero en el caso de acometer las inversiones adicionales, calcula que ese ritmo subirá al 4 por cieno o el 5%, pudiendo superar los 500 millones de beneficio al final de la década. Atendiendo a que el beneficio previsto por la empresa para este 2018 es de 443 millones, el salto hasta el final de la década sería superior al 12%.
Y esta escalada se produciría precisamente por la aportación de las sociedades extranjeras participadas, que sería superior a los 120 millones, una cantidad que,%, ya superó el año pasado, al incluir la revalorización de consolidar por primera vez su participación en la regasificadora chilena de Quintero, en la que tiene un 45,4%.
Enagás, en cualquier caso, no tiene prisa para invertir esos fondos. De hecho, Llardén explicó, durante la reciente Junta de Accionistas, que con las inversiones ya realizadas y los proyectos en curso, el Gestor Técnico del Sistema gasista "ha sentado las bases para cumplir los compromisos adquiridos hasta 2020": crecerá al citado 3% anual -incluso aunque se retrase la ejecución del gasoducto con Francia y la regasificadora de Tenerife, los dos principales proyectos en ciernes- e incrementará el dividendo un 5% anual hasta el final de la década, momento en que ascenderá a 1,68 euros por título, desde los 1,46 euros abonados en 2017.
Por otro lado, Enagás no encuentra oportunidades de inversión interesantes, sobre todo por el ciclo económico. Y las que encuentra "tienen una matriz de rentabilidad y riesgo que muchas veces no encaja con nuestros criterios de inversión o no nos permiten aportar valor como socio industrial", de acuerdo con Llardén.
Busca un socio "principal"
Con este contexto, está buscando un "socio principal", para crecer en el área internacional, en las regiones donde ya tiene presencia -Europa y Latinoamérica-, que "en ningún caso afectaría a nuestros activos regulados en España".
La firma ya está embarcada en proyectos en el extranjero, en consorcio con otras empresas, como sucede con el Gasoducto Sur Peruano o con el Gasoducto Transadriático, pero ahora quiere ir un paso más allá y busca un socio estable, preferiblemente un gran fondo de infraestructuras, con el que formar una sociedad conjunta para crecer y aprovechar "oportunidades de inversión en brownfield", es decir, instalaciones ya operativas y generadoras de caja.
Sin descartar tampoco la venta de activos, las inversiones se centrarían en los negocios principales de la empresa. Desde luego, capital para invertir no le faltará.