
Bertha, una masiva tuneladora con una altura de cinco plantas y que quedó atrapada en el subsuelo de Seattle, está ya libre y lista para retomar su camino. Han pasado más de dos años desde que la mayor máquina de este tipo se detuviese, y cinco desde que el estado de Washington adjudicase al consorcio Seattle Tunnel Partners la complicada tarea de construir una autopista subterránea que sustituya a un añejo viaducto en superficie que afea la línea de costa de la ciudad y que está en estado prácticamente de ruina (su seguridad se califica de 9 sobre 100).
Sigue sin estar claro por qué esta máquina, similar a las usadas para crear el costoso baipás de la M-30, se quedó atorada. Y es lógico que cada parte tenga su versión, puesto que de quién sea la culpa determinará también quién debe pagar las millonarias facturas por la reparación y puesta en marcha de nuevo de este titán, y que de momento ascienden a 125 millones de dólares (cerca del 10% del presupuesto original, de 1.350 millones).
El altísimo precio del arreglo es el resultado de las tareas que se han tenido que llevar a cabo para que Hitachi pudiese poner a punto la tuneladora, y que han incluido la construcción de un pozo de 40 metros de profundidad.
Ahora, Bertha se ha puesto de nuevo en marcha, y los concejales de Seattle cruzan los dedos y contienen la reparación. Si la tuneladora volviese a fallar, un segundo rescate sería casi imposible de asumir políticamente, puesto que está a punto de adentrarse bajo el centro de la ciudad y allí la construcción de un nuevo pozo de rescate sería casi catastrófica para el tráfico rodado. Mientras, en el subforo de Reddit dedicado a la ciudad, los habitantes de Seattle hacen sus apuestas y son muchos los que dudan que Bertha pueda completar los 2,8 km de túnel que se le han encomendado de aquí a enero de 2017.