
La empresa que está impulsando desde 2008 el gigantesco oleoducto Keystone XL, diseñado para cruzar buena parte de Canadá y Estados Unidos, ha pedido a las autoridades federales que pausen la tramitación. La decisión de TransCanada se excusa en la necesidad de negociar con el estado de Nebraska la ruta que debe seguir la tubería, pero en realidad parece diseñada para ganar tiempo en Washington DC.
Con cerca de 1.900 kilómetros de longitud, el proyecto se ha venido enfrentando a la oposición no sólo de los grupos ecologistas, sino también del propio presidente, Barack Obama.
Con los precios estancados en el mercado del crudo, y teniendo la vista puesta en la estrategia política, TransCanada no tiene prisa.
Se cree que el presidente de EEUU, Barack Obama, dictará pronto una resolución contra Keystone XL, quizá esta misma semana.
Para intentar evitarlo, y forzar que sea el siguiente presidente -y no Obama- quien decida sobre su futuro, TransCanada ha pedido ahora al Ejecutivo que detenga su proceso de revisión mientras se aclara la situación en Nebraska.
De Alberta al Golfo de México
Keystone XL ha sido diseñado para transportar 830.000 barriles de mineral líquido al día desde los centros de producción de Alberta (fundamentalmente a partir de arenas bituminosas) hasta las refinerías de petróleo situadas, en su mayoría, en la costa del Golfo de México.
Ese tipo de petróleo es especialmente caro de extraer en comparación a los pozos que utilizan fracking, por lo que la solicitud de TransCanada no sólo le daría más tiempo para que los republicanos lleguen al poder (todos los candidatos conservadores apoyan Keystone XL, mientras que todos los demócratas se oponen a él).
Esta especie de prórroga también serviría para reducir el riesgo asociado al futuro, ahora relativamente incierto, de las gigantescas explotaciones a cielo abierto de Alberta.