
Pedro Barato no se pone fecha de caducidad como líder agrario. "Prefiero eso de consumir preferentemente", dice entre risas cuando se le pregunta por su retirada de la primera línea. El líder del principal sindicato agrario de nuestro país asegura categórico que "con una rentabilidad ordenada el campo no necesitaría ni una subvención". Descárguese aquí la revista elEconomista Agro.
¿Cómo le ha ido al sector agroganadero durante la crisis?
Le ha afectado menos, porque ya viene de situaciones complicadas, de crisis estructurales en determinados subsectores y cuando se aplica economía de guerra las cosas van de otra forma. Pero hemos tenido otros sectores a los que la propia crisis les ha hecho evolucionar mucho más. El agroalimentario ha dado el do de pecho en estos cuatro años, con algunos picos en los que ha superado al automóvil y estamos en torno al 8 por ciento del PIB. El sector ha encarado la crisis con bastante realismo y se ha mantenido fuerte, aunque eso no quiere decir que no haya habido problemas.
La ministra quería acabar con el agricultor de sofá. ¿Desde Asaja se está de acuerdo en cómo ha quedado la figura del agricultor activo?
Sobre esto hay mucho titular algunas veces y poco contenido. Nosotros siempre hemos defendido un modelo muy sencillo, el de la agricultura activa. ¿Cuál es? Pues la de arar, la de sembrar, la de cosechar. Esa es la que tiene que tener premio. La otra no tiene que existir. El Gobierno tenía unas pretensiones mucho más ambiciosas, como nosotros, pero luego Europa ha dicho otra cosa, porque fuera primada más la agricultura a tiempo parcial que la de a tiempo total, modelo Castilla y León, Extremadura o Castilla-La Mancha.
¿Cómo se puede convencer a un joven para que se dedique a la actividad agroganadera?
Primero el campo tiene que tener rentabilidad, porque las subvenciones son como caramelos, se acaban. Tiene que haber un compromiso de las administraciones para que dejen un tiempo a los que se incorporan. Luego hay algo que antes no había y es la preparación, la formación. Hoy la mayoría de los jóvenes tienen una formación muy adecuada.
Mirando hacia dentro, ¿qué deberes pone al sector agroalimentario?
Uno nada más. Mercado, mercado y mercado. Ese es nuestro gran reto. Hacer las cosas bien, conquistar mercados, que nos paguen un precio justo. Con un mercado ordenado y una rentabilidad ordenada sobrarían todas las subvenciones al campo. Cuando las cosas valen para que yo pueda vivir de lo que produzco, no necesito nada más que me dejen hacer. Hay que ir pensando que la PAC será más de las personas y menos de las hectáreas.