Empresas y finanzas

Brufau se quita la china del zapato de Repsol de los últimos tres años

  • El grupo mexicano mostró sus intenciones de controlar Repsol
El presidente de Repsol, Antonio Brufau. Foto: Archivo

REPSOL

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Ayer, Pemex anunció que ha iniciado la venta de un 7,86% del capital de Repsol. La relación entre ambas compañías estaba encallada desde 2011. El grupo mexicano intentó un asalto al grupo de la mano del expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, y llegó a votar en contra de la gestión de la compañía, después de criticarla públicamente en el Parlamento mexicano. Brufau sale victorioso del intento de asalto a Repsol.

"Los riesgos están aquí, porque hay mucho ruido, hay mucha crítica que no se entiende bien", así se manifestó en la última junta de accionistas el presidente de Repsol, Antonio Brufau, en alusión a los puntos de desencuentro con Pemex.

A pesar de que el primer espada de la petrolera intentó ser políticamente correcto frente las insistencias de accionistas minoritarios, el ejecutivo de Mollerussa se refirió finalmente a su accionista mexicano como "la china en el zapato y esto se arregla sacando el zapato". En ese momento, todas las interpretaciones quedaron abiertas. Ahora se ha visto que la única solución posible era una ruptura total, aunque tal vez el escenario elegido no sea el más idóneo.

Asunto de Estado

Y es que la venta del paquete accionarial de Pemex se produce a tan sólo unos días vista de la llegada del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a España y que tiene como objetivo fortalecer las relaciones comerciales. La petrolera estatal ha pretendido en todo momento que tanto su presencia en Repsol como sus aspiraciones sean consideradas un asunto de Estado.

De hecho, el grupo llegó a mover hilos políticos para forzar una segregación de los negocios de Repsol y poder apuntarse los éxitos de la actividad de exploración y producción del grupo español. Por ello, Repsol sometió a su última junta de accionista a una suerte de blindaje para poder dificultar cualquier separación de su actividad, así como el traslado social de la compañía a otro país.

El grupo mexicano negó en un primer momento estas aspiraciones de segregación, pero se retrató en la propia asamblea, y previamente en el consejo de administración, al votar en contra de este refuerzo que consiste en requerir una mayoría reforzada a los accionistas.

También resultó llamativo que Pemex enviara a un representante para intervenir públicamente en la junta cuando cuenta con un miembro en el consejo de administración.

Sin argumentos

Finalmente, el grupo mexicano ha tenido que rendirse al quedarse sin argumentos para criticar la gestión de Repsol. 

Al margen del primer asalto de la mano de Sacyr, también denunció que no hubiera disposición negociadora con Argentina (Repsol acaba de ingresar más de 6.000 millones de dólares gracias al acuerdo) y la evolución de la acción (la compañía es actualmente la compañía con mayor rentabilidad del Ibex gracias al dividendo extraordinario de 1 euro por título). También le pareció mal que Brufau aglutinara las funciones de presidente y de consejero delegado (ya está Josu Jon Imaz al frente del negocio).

Mucha crítica para tapar las verdaderas intenciones: intentar controlar la primera petrolera española por la puerta de atrás.

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