
Josep Piqué tiene ganas de hablar sin corsés. Está en Madrid para presentar su libro -Cambio de era. Un mundo en movimiento: de Norte a Sur y de Oeste a Este (Deusto)- pero deleita a los presentes con perlas como: "Todos empezamos a compartir que estamos saliendo de la recesión". Lo hace mientras cobra fuerza la teoría de que ocupará un cargo ejecutivo en OHL.
¿Qué hay de cierto en las informaciones que lo sitúan como consejero delegado de OHL?
Me implican en muchos rumores. Estoy contemplando varias opciones; cuando haya algo lo comunicaremos.
En su libro se refiere a África como una especie de tapado. ¿Cómo cree que crecerá este continente, tendrá modelo propio o lo hará mediante la conquista de multinacionales occidentales?
Las dos cosas. Cuando hablamos de África nos referimos a una realidad muy heterogénea. Hay países que siguen absolutamente perdidos mientras otros empiezan a generar clase media, que es la que hace prosperar las economías. Y esa clase media no se hace sólo con inversión extranjera, sino a través de la creación de tejido industrial propio. Algo que es muy evidente en Marruecos, Ghana, Togo, Senegal, Angola...
Más allá de economía y política, introduce en su discurso conceptos como la tecnología y la demografía. ¿Qué papel desempeñan estas dos variables?
Mientras no se produjo la revolución industrial, la distribución de la producción se centraba en India y China. La revolución industrial permitió hacer más con mucha menos gente. Pero ya la tecnología no es un monopolio, por eso vuelve a tomar peso la demografía. Y de ahí que sea una de las grandes preocupaciones en Europa.
No digamos en España...
No es sólo el peso que tengamos en el mundo. Hemos estado muchos años diciendo que somos la octava potencia industrial. Eso es evidente que ya no es así ni volverá a serlo jamás. Pero esto pone en cuestión el equilibrio de muchas cosas, como la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Se refiere a la política como una pasión y un "virus inoculado para el que no hay cura". Pero habla de la desafección, del 'pasotismo' de los jóvenes con respecto a ella. ¿Alguna vez le ha dado vergüenza su profesión?
La verdad es que no. Esa desafección creo que es el reflejo de la importancia de la política. Se dice que se pasa pero lo que se expresa es una queja por la falta de calidad democrática. En buena medida el movimiento de los indignados responde a eso.
¿Mejorará la calidad democrática si se rompe el bipartidismo?
No necesariamente, el bipartidismo ha sido muy útil y explica en buena medida el poder norteamericano o la alternancia del poder en el Reino Unido y Alemania. En muchos casos el multipartidismo genera dificultades para gobernar. Fíjese en Italia.