Empresas y finanzas

La intrahistoria tras la renuncia de Sáenz como CEO de Banco Santander

El consejero delegado de Banco Santander, Alfredo Sáenz. Foto: Archivo.

Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander durante los últimos once años y mano derecha de Emilio Botín durante todo este tiempo, presentaba su dimisión al consejo de administración del banco, celebrado ayer en Santander.

Según la nota remitida a la CNMV, Sáenz presentó "su renuncia voluntaria a sus cargos de vicepresidente y consejero delegado, dejando asimismo de formar parte del consejo". En la reunión se acordó que Javier Marín, hasta ahora responsable de la división global de seguros, gestión de activos y banca privada, sea el nuevo número dos de la entidad.

El banco, según comunica en la información remitida al supervisor de los mercados, expresó su reconocimiento y agradecimiento "por la extraordinaria labor realizada" desde que se incorporó al grupo, en 1994, como presidente de Banesto.

Sáenz abandona su cargo antes de que el Banco de España resuelva el expediente sobre su honorabilidad, que ahora queda archivado. Este asunto, el de un problema judicial que se remonta a casi dos décadas, es el único lunar en una dilatada y brillante carrera profesional, que le ha llevado a ser uno de los banqueros más reconocidos internacionalmente. El Supremo condena a Alfredo Sáenz a tres meses de prisión e inhabilitación por su gestión en Banesto.

El Tribunal Supremo, en febrero pasado, anuló los efectos administrativos del indulto parcial concedido a Sáenz por el Gobierno en funciones de Zapatero, lo que significaba que tenía antecedentes penales y, por tanto, según la legislación vigente en ese momento, el Banco de España podría haber concluido que carecía de honorabilidad para seguir en su cargo.

Sin embargo, el día 12 de este mes, el Consejo de Ministros daba luz verde a una nueva normativa, impulsada por la EBA (la Autoridad Bancaria Europea) que introducía márgenes de flexibilidad sobre el rígido criterio anterior, abría la puerta, según fuentes jurídicas, a que el Banco de España dictaminara que seguía siendo idóneo para el cargo.

El supervisor, que había anunciado que estudiaría su caso según la nueva norma, no le ha dado tiempo para pronunciarse, ya que Sáenz ha presentado antes su dimisión.

Según algunas fuentes financieras, la casi seguridad de que el Banco de España iba a dictaminar a favor de los intereses de Sáenz habría impulsado a éste a presentar su dimisión, una vez que se podía retirar de la primera línea financiera limpio de toda mancha.

Según estas mismas fuentes, Sáenz, de 70 años de edad, ya habría manifestado hace tiempo su deseo de retirarse al presidente del grupo, y una de las razones por las que no lo hizo fue para despejar toda duda sobre su honorabilidad como banquero.

Sin embargo, también desde el sector financiero se apuntaba que a Economía no le entusiasmaba que el consejero delegado del primer banco español y uno de los pocos que había mantenido su fortaleza a ojos de los mercados internacionales se mantuviera en el cargo con antecedentes penales. Se apuntaba a que el Santander pudiera haber buscado un pacto con el Banco de España, que se sentiría presionado en la resolución del expediente, para permitir que Sáenz abandonara la entidad sin el estigma de haber sido obligado por el supervisor.

Sin embargo, todas estas versiones son rechazadas desde el banco, que asegura no haber realizado ningún tanteo al Banco de España sobre este asunto y que, en función de la nueva normativa, estaba convencido de que hubiera permitido a Sáenz seguir en su puesto.

88 millones de euros

Alfredo Sáenz, durante muchos años el ejecutivo español mejor pagado, tiene unos derechos por pensión reconocidos en el Santander de algo más de 88 millones de euros. Además, el antiguo consejero delegado y vicepresidente del banco tiene reconocido un seguro de vida a su favor, contratado por la entidad, por importe de 11,11 millones de euros, que podrá percibir en caso de invalidez o sus herederos en caso de fallecimiento.

Sáenz percibió durante el año 2012 un sueldo de 8,23 millones de euros, lo que representa un 29%menos que en el ejercicio anterior. Esta disminución se debe, por un lado a la congelación de la retribución fija y por otro, a su decisión, idéntica a la que adoptó Emilio Botín, de rebajarse la parte variable de su sueldo no en un 25 por ciento, que era la disminución pactada para los consejeros ejecutivos del banco, sino en un 50%.

Cambio generacional

La elección de Javier Marín, ligado al grupo Santander desde 1991, completa la tendencia al cambio generacional del grupo, con la incorporación en los últimos años de directivos nacidos en los años sesenta a la primera línea del grupo.

Esa sería la razón de que uno de los nombres que desde el sector se apuntaba como posible consejero delegado, Matías Rodríguez Inciarte, se haya desechado, aun cuando fuera como un número dos de transición.

La salida de Alfredo Sáenz y la elección de su sustituto no ha sido el único punto acordado en el consejo de ayer del banco. También se materializó la salida del vicepresidente tercero, Manuel Soto. Como consecuencia de estas bajas, se produce una pequeña remodelación en la cúpula de la entidad y en su consejo.

Por una parte, las vicepresidencias se reducen de cuatro a tres. Sigue en la vicepresidencia primera Fernando de Asúa, mientras Matías Rodríguez Inciarte pasa a la vicepresidencia segunda. Guillermo de la Dehesa, consejero independiente, ocupará la tercera. Además, este consejero sustituye a Soto en la presidencia del comité de auditoría y cumplimiento.

Por otro lado, Isabel Tocino entra en la comisión ejecutiva y Juan Miguel Villar Mir se incorpora al consejo como independiente.

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