
El informe de The App Date afirma que el 88% de las empresas españolas de apps crecieron en 2012 y que facturaron una media de 780.000 euros. Dar con un éxito como Angry Birds o Instagram no es sencillo... y menos en España.
En una casa-oficina de tres plantas en el noroeste de Madrid, una docena de veinteañeros trabaja delante de sus ordenadores en una sala diáfana con grandes ventanales en los escriben sus fórmulas, mientras un panel de corcho en una pared muestra sus "ídolos": los Beatles, Robert de Niro, Einstein, y... Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo.
Es la sede de Spotbros, una 'start-up' española que ha superado el millón de descargas en solo seis meses con una aplicación de mensajería instantánea para amigos y empresas que aspira a competir a nivel mundial y refleja la eclosión de las aplicaciones en España, desatada por la invasión de los móviles avanzados.
España es el segundo país de Europa con mayor penetración de 'smartphones' -18 millones de unidades para 47 millones de habitantes-, cuando tan solo una quinta parte de sus ciudadanos tenía un teléfono móvil de este tipo hace más de cuatro años, según datos de The App Date y de la Fundación Telefónica.
El 71 por ciento de los usuarios con Internet móvil se descargan aplicaciones, lo que supone 2,7 millones de descargas diarias y 12 millones de usuarios activos de estas herramientas, de acuerdo con el informe de septiembre de 2012 de The App Date.
Apoyados en estos datos y en el también constante crecimiento de las tabletas, en España se han multiplicado los proyectos para crear aplicaciones, y algunas ya tienen descargas millonarias tanto en el sistema Android de Google como en el IOS de Apple; por ejemplo, iBasket, de Ideateca, o Go! Chat for Facebook, de Spartanbits.
"No creo que sea una burbuja, es un mercado que está creciendo una barbaridad", dijo a Reuters Fernando Calvo, uno de los cuatro fundadores de Spotbros. "El smartphone nos ha ido vaciando los bolsillos, sustituyendo la agenda, la cámara, y creo que tiene todavía un recorrido alucinante".
Spotbros, que aún no tiene ingresos, ha contado con el apoyo financiero del ex consejero delegado de Nokia Olli-Pekka Kallasvuo y espera sacar rendimiento a su aplicación ofreciendo a las empresas chatear directamente con los usuarios.
Dar un 'pelotazo' no es algo fácil
La percepción sobre la relativa facilidad que supone crear una aplicación, éxitos fulgurantes a nivel mundial como Angry Birds, de la finlandesa Rovio; Instagram, que compró Facebook; o Summly, adquirida por Yahoo al adolescente Nick D'Aolisio por una cifra millonaria, e incluso la recesión de la economía española, que tiene a casi un 50 por ciento de los jóvenes en paro, han animado a muchos a emprender un camino en el que sin embargo se pueden encontrar con numerosos obstáculos.
"Nosotros estamos intentando que la gente entienda que el proceso de creación de una app no solo es programarla y diseñarla; hace falta primero un modelo de negocio, un plan de explotación, un plan de comunicación, un seguimiento", dijo Óscar Hormigos, fundador de The App Date, un punto de encuentro para los desarrolladores españoles, a los que da formación y promoción.
Hormigos señaló que les llegan muchos proyectos pensados para un mercado muy local, "pero no te van a salir los números".
"En España nos cuesta mucho salir fuera, el idioma, la actitud", agregó, y señaló que una vez hecha una aplicación, "de nada sirve tenerla sin una herramienta de análisis que te dice cómo está funcionando".
Andrés Karp, presidente de la Asociación de Desarrolladores Web de España (ADWE), la única del sector con unos 1.300 asociados, destaca otro problema: "El que hace la aplicación muchas veces no sabe de marketing, no sabe cómo moverla después (...) aquí faltan equipos multidisciplinares".
"Capital no riesgo"
La otra queja recurrente es la dificultad para conseguir financiación, ya que después de acudir a amigos y familiares para los primeros fondos, a los desarrolladores les cuesta encontrar capital.
"Aquí mucha de la financiación, 'angel investors', pero también la financiación tradicional, como venture capital, son de todo menos capital riesgo, tienen una aversión muy grande", afirmó Alberto Benbunan, director académico en el IE Business School y fundador de la empresa de apps Mobile Dream Factory.
"Son de buscar negocios muy sencillos, que estén dando dinero, que sean escalables", agregó.
Rodolfo Carpintier, uno de los primeros inversores en proyectos de Internet en España, justificó esta prudencia en un país que carece de un ejemplo de aplicación de éxito que sirva de tirón para el resto.
"Un fondo en Estados Unidos que maneja 2.000-5.000 millones de dólares puede permitirse el lujo todos los años de invertir 50-60 millones en operaciones de altísimo riesgo, mientras que en España, si el fondo es de 50 millones, intenta no meter mucho la pata porque no tiene mucho colchón", explicó a Reuters.
Aunque ha crecido el número de aceleradoras e incubadoras que tratan de acompañar los primeros pasos de una 'start-up' - tanto de empresas nacionales como Telefónica y su proyecto Wayra, o extranjeras, como Samsung, Microsoft o The Founder Institute -, algunos expertos no lo consideran suficiente.
"Faltaría que hubiera 50 Wayras. Que deje de haber concursos de 3.000-6.000 euros y se busque una solución de verdad", afirmó Benbunan, del IE Business School.
Carpintier, que apadrinó la red social Tuenti hasta su venta a Telefónica - el único caso de este tipo que se ha dado en España -, añadió que "la capacidad de vender las empresas que llegan a valer algo prácticamente no existe (...) no hay predisposición en las empresas tradicionales".
ADWE está elaborando una radiografía de un sector sobre el que aún existen pocos datos económicos. El informe de The App Date afirma que el 88 por ciento de las empresas españolas de apps crecieron en 2012 y que facturaron una media de 780.000 euros.
La patronal de las empresas tecnológicas Ametic, en su último informe anual, correspondiente a 2011, atribuye al mercado de aplicaciones para dispositivos en movilidad un valor de 516 millones de euros, con una producción de 680 millones, y lo destaca como uno de los que más crece en un mercado tecnológico estacado o en descenso.
"Todo gratis"
Cómo sacar rendimiento económico a una aplicación es otro reto, sobre todo en un país acostumbrado al "todo gratis", y que cuenta con elevadas tasas de piratería en ocio digital.
"El mercado español es difícil de monetizar, la gente trata de no pagar", dijo Benbunan, que agregó que de las 164 millones de apps descargadas en febrero en España en Android e IOS, solo 5,5 millones fueron de pago.
En el mismo sentido, el presidente de la asociación de desarrolladores señaló la dificultad de cobrar una aplicación en Android, ya que el usuario de Apple está más acostumbrado a pagar.
Esta situación acaba llevando a muchos a hacer aplicaciones para terceros, como empresas que tienen una página web y quieren adaptarla a una app, o, como los bancos, que desarrollan varias aplicaciones para diversos productos.
"Si tu negocio es vender apps propias, la solución no es España", dijo Hormigos, fundador de The App Date.
Xan Salgado, responsable de la app "Wob Lifestyle", finalista de los Mobile Premier Awards en el pasado Congreso Mundial de Móviles de Barcelona, fue rotundo: "En nuestro caso, cada vez parece más claro que o damos el salto hacia otro lugar o nuestra iniciativa tendrá un futuro oscuro".
Fernando Calvo, que con tres amigos de la universidad en el País Vasco pasó un año trabajando por las noches para crear Spotbros, sigue creyendo que es posible.
"Iremos donde tenga que ir, no sé si será aquí o fuera, el caso es sacar esto adelante", afirmó, y para los que se quieren aventurar en este mundo, recomienda: "Que les guste la idea, se enamoren y se comprometan".