
La Reserva Federal no tuvo otra alternativa que organizar el dramático rescate de Bear Stearns después de que el banco de inversión advirtiera de que su bancarrota era inminente, según Ben Bernanke. "Normalmente, el mercado elige qué compañías sobreviven y cuales fracasan, y así es como debería ser", dijo Bernanke. "Sin embargo, las cuestiones planteadas aquí se extendían bastante más allá del destino de una sola compañía", agregó.
En unos comentarios preparados para ser presentados ante la Comisión Económica del Congreso estadounidense, Bernanke explicó la polémica decisión del banco central, que ofreció respaldo de hasta 30.000 millones de dólares por medio de JP Morgan Chase para evitar un colapso repentino de Bear Stearns.
Se prevé que Bernanke se enfrente a un duro interrogatorio por parte de algunos miembros del Congreso, que temen que se haya puesto en riesgo dinero de los contribuyentes para rescatar a un banco de Wall Street.
El 13 de marzo, un día antes de que la Fed y JP Morgan anunciaran un acuerdo de fianciación urgente, Bear informó a la Fed y otras agencias del Gobierno de que tendría que acogerse a la protección de los acreedores según las leyes estadounidenses sobre la declaración de bancarrota si no accedía a fuentes alternativas de financiación. Días antes había insistido en que no tenía ningún problema de liquidez.
Muchas preocupaciones
"Esta noticia planteó preguntas difíciles para la política pública", dijo Bernanke en sus declaraciones preparadas el miércoles.
Tres días después del rescate, el 16 de marzo, JP Morgan acordó comprar Bear por un precio ínfimo de 2 dólares por acción. Después, esa oferta se incrementó a 10 dólares por acción.
"Normalmente, el mercado elige qué compañías sobreviven y cuales fracasan, y así es como debería ser", dijo Bernanke. "Sin embargo, las cuestiones planteadas aquí se extendían bastante más allá del destino de una sola compañía".
Bernanke dijo que a la Fed le preocupaba que, debido a la alta interconexión del sistema financiero, una quiebra repentina de Bear Stearns pudiera haber conducido a un "caótico desarme de posiciones" que podría haber perturbado a ya alicaída confianza de los inversores y debilitado aún más a la economía.