Julia R. Arévalo
Nueva Delhi, 27 mar (EFECOM).- Ahogados por las deudas, decenas de miles de pequeños campesinos indios se han suicidado en la última década, un drama que se acrecienta con el declive del sector agrícola en la India que el Gobierno pretende mitigar con la condonación parcial de los adeudos.
En su anuncio de presupuesto para el año fiscal 2008-09, que comienza el primero de abril, el Gobierno designó un gasto de 600.000 millones de rupias (unos 15.000 millones de dólares) hasta 2012 para aliviar a 40 millones de pequeños campesinos endeudados con bancos y organismos institucionales.
El programa, aprobado hoy por el Gobierno, prevé un primer desembolso de 100.000 millones de rupias para el año fiscal a punto de expirar, y pretende devolver a los agricultores afectados capacidad de endeudamiento, como destaca el comunicado oficial.
Para muchos críticos del programa, se trata de una medida electoralista (con comicios previstos en 2009) que sólo trata los síntomas sin curar la enfermedad del pequeño campesinado indio.
El plan beneficia a los campesinos con menos de dos hectáreas de tierra, pero apenas la mitad de ellos acuden a las instituciones oficiales de crédito, cuya deuda es la que será condonada.
El débito total del campesinado -el 60 por ciento de la fuerza de trabajo india- suma 1,3 billones de rupias, según dijo a Efe el diputado Sharad Joshi, que se dedica desde hace décadas a la defensa de los agricultores.
Cuanto menor es la parcela de tierra, mayor es el recurso del agricultor al prestamista privado, que cobra intereses de hasta el 60 por ciento frente al 14 que cargan las instituciones de crédito, de acuerdo con la organización de defensa del agricultor "Navdanya", fundada por la ecologista Vandana Shiva.
Cada año, por estas fechas, comienza el goteo de noticias sobre campesinos que se quitan la vida, como los 14 casos registrados esta semana en la región algodonera de Vidarbha, en el estado de Maharashtra (oeste).
Es en esta época cuando el agricultor sabe si su cosecha saldrá adelante y cuando reaparecen los prestamistas a recordar la deuda.
Una mala cosecha y una hija casadera, con el desembolso que supone una dote, fuerzan a muchos a tirar la toalla, como fue el caso de Shrikrishna Kamab, un agricultor de 48 años de Vidarbha con una deuda de 37.000 rupias (925 dólares) y cinco hijas, dos de ellas en edad de casarse.
Kamab, que poseía poco más de dos hectáreas tras haber vendido pedazos de su parcela para sufragar anteriores deudas, no podía beneficiarse de la ayuda del Gobierno pero antes de morir confesó que le preocupaba más la deuda contraída con un "conocido", según la agencia IANS.
Según datos estadísticos de 2003 citados por la revista "Down to earth", el 79,9 por ciento del pequeño campesinado indio estaba endeudado, con un 46,3 por ciento de impagos y una deuda media de 8.870 rupias (220 dólares).
La situación es acuciante en zonas como Vidarbha y otras que se dedican al cultivo del algodón, dijo Joshi, quien aseguró que 160.000 campesinos se han suicidado en la pasada década y culpó al Gobierno de dejarlos sin salida deprimiendo los precios de sus cultivos cuando los países ricos subsidian a sus agricultores.
"La clase media de este país quiere mantener los precios de su comida bajos", condenó.
La obsesión del Gobierno por controlar la inflación, a expensas del campesinado, hace que su oferta de perdón de la deuda sea "no sólo insignificante, sino un chiste cruel", denunció "Down to earth" en un editorial.
Para "Navdanya", un sistema crediticio insuficiente deja a los campesinos en manos de usureros, por lo que es preciso fortalecer las instituciones de crédito, además de implementar un esquema de seguros para las cosechas y retornar a los cultivos orgánicos.
La India está pagando el precio de la "Revolución Verde" que inició a mediados de la década de 1960 y permitió duplicar su producción de alimentos en menos de 20 años.
Semillas modificadas, fertilizantes y pesticidas y mayor superficie irrigada expandieron los monocultivos, pero hoy suponen un elevado coste de producción, un mayor riesgo de fracaso en las cosechas, y una tierra que se agota.
Extenuados como sus tierras, muchos campesinos se sirven pesticida para morir. Otros venden sus órganos o acuden por cientos de miles como temporeros a las ciudades, donde, como describió Joshi, "los afortunados logran un empleo como conductor de 'rickshaw' y los que no lo son, terminan de mendigos". EFECOM
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