Empresas y finanzas

La biomasa dice que no puede asumir más recortes y que peligran centros de trabajo

El sector de biomasa está profundamente preocupado por una eventual tasa a la generación que grave la producción sin tener en cuenta las características intrínsecas de esta tecnología. A pesar de estar bajo el paraguas de las renovables, se trata de una fuente que tiene que comprar su combustible y que cuenta con una prima muy poco rentable que hace que los únicos proyectos en España sean los que están asociados a industrias, como las productoras de aceite de oliva y papeleras.

Por ello, desde los operadores de esta actividad y desde la patronal Probiomasa aseguran que no pueden asumir ningún recorte adicional y lamentan que se esté debatiendo la posibilidad de recortar los complementos retributivos que recibe esta tecnología. Hay que recordar que en el Real Decreto 661/2007 ya se les dificultó poder ingresar el complemento por eficiencia, al tener en cuenta sólo el calor útil que se vende a terceros, debido a una polémica interpretación de la Directiva Europea sobre el régimen especial.

Con todo, la prima de la biomasa ha hecho que los proyectos sean muy poco atractivos y un nuevo recorte supondrá poner en peligro algunos centros de trabajo. De hecho, la prima más alta de esta tecnología, que es la de cultivo energético, se encuentra en 16,26 céntimos por kilovatio/hora, mientras que la más baja asciende a 8,86 céntimos kilovatio. El propio Plan de Energías Renovables 2011-2020 insta a que se revisen al alza estos incentivos para lograr el objetivo de poder al menos duplicar la muy escasa capacidad instalada y llegar a contar con 1.350 megavatios.

Lejos de que se haya producido una burbuja en esta actividad (el ritmo de crecimiento ascendía antes de la moratoria a 50 megavatios al año), la biomasa tan sólo cuenta con 500 megavatios, por lo que queda muy lejos el objetivo de 1.000 megavatios que contemplaba el Plan de Energías Renovables 2005-2010.

El problema ahora se centra en la tasa que pretende gravar la producción de las plantas renovables, sin tener en cuenta que el beneficio de la biomasa es mucho menor que en otras tecnologías, mientras que la aportación al sistema energético por megavatio invertido es mayor, debido a su predicibilidad y su potencial para funcionar entre 7.000 y 8.000 horas al año.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) ha hecho un estudio del régimen especial donde tiene en cuenta las cualidades de todas las tecnologías. Sin embargo, el sector teme que no se tengan en cuenta estos términos, tal como parece que se podría plantear la tasa a la generación.

La biomasa ha sido también objeto de la moratoria renovable, dejando en el limbo a unos 100 megavatios, a pesar de que algunas de las instalaciones ya habían presentado la solicitud el pasado año para contar con prima.

La renovable que más aporta

En caso de que la biomasa hubiera estado exenta de la moratoria, su ritmo de incorporación al sistema habría sido tan sólo de 81,7 megavatios al año, equivalente a una prima de 48 millones al año, es decir, menos de un 0,27 por ciento del incremento de la tarifa.

El sistema ha dejado de beneficiarse de las ventajas de incorporar esta tecnología por el parón aprobado el pasado mes de enero, entre las que destaca su intensidad en empleo (10-20 empleos directos por megavatio instalado), frente a los 2 de la termosolar y los 0,4 de la fotovoltaica. La biomasa produjo el 5 por ciento del total de energía generada por todo el régimen especial y apenas supuso el 3,8 por ciento del coste en primas de todo el régimen especial.

El sector barajaba una cifra de inversión de 3.000 millones de euros en zonas rurales para cumplir con los objetivos a 2020, lo que frenaría la despoblación en el campo.

Además, se hubiera generado una contribución fiscal de 350 millones al año y un ahorro de 25 millones en compra de derechos de emisión de C02. Por su parte, según datos de Appa y de Afi, el mantenimiento de montes y la reducción del riesgo de incendios se traducirían en un ahorro de 168 millones al año.

Posible sustitución del carbón

Al margen de los beneficios económicos, existen unas contundentes ventajas para el sistema energético. Así, la producción eléctrica con biomasa se puede programar, algo imposible con otras renovables y reduce la dependencia en España, al ahorrar hasta 200 millones al año en importaciones de gas.

Por otro lado, la biomasa no necesita capacidad de respaldo y podría participar en la sustitución progresiva del carbón nacional, creando empleo en las cuencas mineras afectadas (León, Palencia, Teruel, A Coruña, Asturias, Ciudad Real, etc), dada la proximidad de dichas cuencas a zonas forestales con potencial de producción de biomasa .

Ante los graves incendios sufridos en Valencia, la biomasa se erige como una solución en la prevención, ya que las plantas forestales dedicadas a biomasa cuentan con vigilancia durante todo el año, cuidado de montes y, sobre todo, son atendidas con una gran conciencia medioambiental para el mantenimiento de los montes

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