Empresas y finanzas

Facebook elude los impuestos

Su fundador, Mark Zuckerberg, asegura que esta red social no es lucrativa, pero el gigante se esfuerza en reducir su factura fiscal.

Dominado por el futurista nuevo estadio de rugby de Dublín a lo lejos, un distrito comercial vibrante ha nacido entre los escombros de la crisis económica de Irlanda. Durante décadas, Grand Canal Dock fue conocido por los estudios Windmill Lane de U2, con su muro garabateado con mensajes de sus seguidores. Hoy, el distrito es la sede de un sinfín de nuevos proyectos a la última moda. Google da empleo a 2.000 personas y pronto contratará a 1.000 más, tras la adquisición del edificio de oficinas más alto del país, donde el gigante de las búsquedas en Internet prevé instalar una piscina para el personal.

También se rumorea que Twitter está pensando mudarse a este núcleo floreciente de jóvenes talentos, aunque la noticia más caliente es que Facebook ha abierto sus puertas muy cerca, con más de 400 empleados en sus oficinas acristaladas de Hanover Quay. La mano de obra joven y preparada de Irlanda, junto con un impuesto reducido de sociedades, son dos factores muy atractivos para los gigantes de la tecnología, pero el tirón principal es el trato benévolo del Fisco irlandés hacia los beneficios generados fuera de la república. Se calcula que Google ahorra 760 millones de euros al año trasladando buena parte de sus ingresos extranjeros a través de una red de filiales exóticas. Su operación irlandesa es el núcleo de ese ahorro fiscal.

Ahora, Facebook le sigue los pasos con una estructura bizantina de avanzadillas en el extranjero que podrían permitirle desviar gran parte de los tremendos beneficios que obtiene en Gran Bretaña y EEUU. El fenómeno social de las redes facturó casi 250 millones de euros de ingresos a través de Dublín, pero pagó a Irlanda menos de 250.000 euros del impuesto de sociedades.

Frente a las buenas intenciones de Facebook, su deseo de esquivar a Hacienda plantea algunas preguntas incómodas. Mark Zuckerberg, que lanzó la página desde su dormitorio en la residencia de Harvard, hace ocho años, asegura que su principal motivación es cambiar el mundo, no ganar dinero.

Salida a bolsa

Ahora que la empresa que fundó se prepara para salir a bolsa, es posible que muchos de los principios fundadores de Facebook se queden abandonados en un intento por justificar una valoración en el mercado bursátil de más de 76.005 millones de euros.

Guste o no, los beneficios priman cada vez más en la agenda de Zuckerberg, aunque cuanto más se elevan, mayor es el riesgo de que el joven de 27 años acabe destruyendo precisamente lo que atrajo a los usuarios en un principio: las credenciales insolentemente anticorporativas de Facebook.

Cerca de la sede de Facebook, en Menlo Park, docenas de obreros de la construcción se afanan por levantar una de las viviendas más grandes de Silicon Valley. Con una superficie de más de 800 metros cuadrados, la espléndida mansión tendrá seis habitaciones, seis cuartos de baño y un salón inmenso, propio de un potentado de Oriente Medio. El amplio sótano albergará una bodega y un gimnasio de tecnología punta.

Esta morada supermoderna, talada en cristal y acero, ilustra la fiebre del oro que está arrasando en San Francisco, donde la salida a bolsa de Facebook podría crear cientos de millonarios en el valle. Pertenece a Sheryl Sandberg, de 42 años, la directora ejecutiva de Facebook, contratada de Google en 2008 para ejercer de "supervisora adulta" de Zuckerberg. También ex-directora de personal de Larry Summers (el secretario del Tesoro estadounidense), Sandberg podría ganar 1.500 millones de dólares con la cotización de Facebook.

Lo cierto es que se ha ganado el jornal. Bajo su asesoramiento, la red social se ha cuadriplicado, al pasar de 174 millones de euros en 2009 a 760 millones el año pasado. La única mancha en su reputación es el gasto de Facebook en el impuesto de Sociedades que, al 40 por ciento, sobrepasa el 35 por ciento de los ingresos corporativos de EEUU. Pero no seguirá siendo tan alto por mucho tiempo. Ya están colocadas todas las piezas para recortar la carga fiscal de la empresa. Como Google, que sólo paga el 20 por ciento de sus beneficios al Fisco, Facebook ha establecido un laberinto de filiales extranjeras: desde Irlanda hasta Holanda y Luxemburgo, pasando por las Islas Caimán, en el Caribe. La estructura es tan transparente como las aguas del río Liffey de Dublín en una noche oscura e invernal.

En esencia, se basa en una táctica permisible de contabilidad, conocida como transferencia de precios, según la cual las multinacionales canalizan sus beneficios hacia jurisdicciones de fiscalidad más barata, mientras incurren en gastos allí donde los impuestos son más altos. Desde sus oficinas en Londres, Facebook vende publicidad a empresas de toda Europa, deseosas de alcanzar a sus 850 millones de usuarios en todo el mundo. Sin embargo, la mayor parte de los ingresos se pagan a la oficina de Dublín, que a continuación envía la comisión a Londres (lo suficiente para pagar los gastos, pero una fracción del total). De esa manera, Facebook minimiza su factura fiscal en grandes mercados extranjeros como Gran Bretaña, permitiendo que se acumule el efectivo en Irlanda, con un impuesto de sociedades del 12,5 por ciento.

Richard Murphy, del grupo de expertos contra la evasión fiscal Tax Research UK, ha dicho que el tratamiento de Irlanda de las tasas de propiedad intelectual extranjera es "un regalo para las empresas que venden publicidad a distancia". "Al convertir los impuestos en su principal punto de venta, las autoridades tributarias no tienen el permiso tácito del gobierno de ponérselo difícil a la hora de revisar los impuestos de las empresas con sede en el país", añade. Según los últimos datos, Facebook Ireland Limited (FIL) generó 229,6 millones de euros en ventas en 2010 (el 15 por ciento de su facturación mundial), mientras que su filial británica presentó unos ingresos de 18,4 millones de euros y sólo pagó 478.048 euros en impuestos. Aunque la empresa genera unos ingresos monumentales en Irlanda, su factura fiscal fue de apenas 232.000 euros en 2010. Y eso se debe a otra estrategia contable. A finales de 2010, FIL había amasado 172 millones de euros, pero casi todo el dinero estaba asignado a otras filiales dentro del grupo. Por esa razón, no estaba sujeta al impuesto de sociedades irlandés. FIL está bajo el control de Facebook Ireland Holdings, propiedad de dos empresas en las Islas Caimán. Google recurre a la práctica "doble irlandesa" para proteger sus ingresos contra las autoridades fiscales de Dublín y cualquier otra parte del mundo. Es un proceso jurídico que requiere la presencia de dos empresas en Irlanda. Una paga grandes sumas por el uso de propiedad intelectual, reduciendo su pasivo del impuesto de sociedades, y el dinero pasa a una segunda ramificación irlandesa, que a su vez envía los ingresos a un paraíso fiscal (Bermudas, en el caso de Google). "Lo verdaderamente crítico es que las autoridades fiscales irlandesas no hacen demasiadas preguntas sobre el dinero que sale del país", explica Murphy. "Eso permite a las empresas no pagar impuestos en los países donde ganan ingresos y tampoco en Irlanda. El dinero acaba en paraísos fiscales".

Cuentas pendientes

Según las declaraciones reglamentarias de Facebook en EEUU, sus cuentas de 2008, 2009 y 2010 "siguen pendientes de revisión en Irlanda". Y la autoridad fiscal irlandesa concede un trato todavía más relajado a Google, que aún no ha revisado las cifras financieras del buscador de 2003. En 2010, Google (con su mantra corporativo de "No seas malo") pagó sólo 1,4 millones de euros del impuesto británico de sociedades, pese a generar unas ventas de cerca de 2.649 millones de euros en el Reino Unido, su mayor mercado después de EEUU. Facebook no ha querido hacer declaraciones. Google explica que su "estructura actual acata la normativa fiscal de todos los países donde operamos". A Zuckerberg le gusta pregonar la "misión social" que impulsa a Facebook a nuevas alturas. "No nos levantamos por la mañana con el principal objetivo de ganar dinero", dijo a los inversores este mes. Sus impulsos altruistas, según el multimillonario, tocan la fibra sensible de los usuarios de Facebook. "Cada vez más gente quiere recurrir a los servicios de empresas que creen en algo más que maximizar los beneficios". Sin embargo, al igual que Google, Facebook parece haber organizado sus asuntos fiscales precisamente para eso. Muchas grandes empresas intentan recortar gastos desviando dinero a jurisdicciones con fiscalidades más baratas (como News Corporation, la propietaria final de The Sunday Times). "Cuando una empresa pretende tener un perfil de responsabilidad social corporativa, se llega al principio de que la mujer del César debe de estar por encima de toda sospecha", opina Paul Palmer, de la escuela de negocios Cass, en la city de Londres. "Hay que pasar a la acción". Por ahora, Facebook queda muy por detrás de Google en su capacidad de generar ingresos publicitarios de las decenas de millones de usuarios que visitan su página cada día. La facturación por cliente apenas llegó a 3,33 euros el año pasado, frente a los casi 26 euros de Google, pero su conocimiento profundo (casi íntimo) de los usuarios debería ser un nirvana para los anunciantes. En teoría, Facebook podría empezar a entregar anuncios específicos, rebuscando todavía más en su amplia colección de datos personales.

En la práctica, los usuarios se han acostumbrado a mantener el contacto con sus amigos sin un aluvión interminable de anuncios. Tal vez se opongan a que Zuckerberg adopte un planteamiento más "adulto" para impulsar los ingresos, como ha hecho con la fiscalidad de la empresa. Pero eso es precisamente lo que tendrá que hacer cuando las luces implacables de los mercados públicos brillen sobre Facebook en mayo. Ya hay indicios de disensión.

La nueva función de biografía ha provocado una reacción por el diario online permanente creado a partir de las publicaciones antiguas de cada usuario. Otro conflicto es la decisión de incluir anuncios patrocinados dentro de la biografía. Lo que los usuarios oyen, ven y leen se está reconvirtiendo en anuncios, que se envían a sus amigos. Planificación fiscal eficiente y una expansión publicitaria agresiva es lo que pide Wall Street. La pregunta es si los millones de amigos de Facebook seguirán a bordo cuando se desvanezcan los altos ideales de Zuckerberg.

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