La misión de crear una aerolínea de bandera catalana que actuara como contrapeso a Iberia se fraguó en sus inicios en el seno del tejido empresarial catalán. La intención de la escandinava SAS de desprenderse de Spanair, su filial en el mercado español, animó al presidente de la hotelera Husa y de Turismo de Barcelona, Joan Gaspart, a buscar apoyos para impulsar la adquisición.
Gaspart se convirtió en el más acérrimo defensor de la adquisición de la compañía, utilizando como argumento la idoneidad de hacer de Spanair una plataforma para abrir nuevas rutas de largo radio desde El Prat que permitiese atraer más turistas a Barcelona.
El mensaje de Gaspart caló hondo en un núcleo de empresarios catalanes de índole nacionalista organizados entorno a la sociedad Femcat. Este lobby creado en el año 2004 se define en su manifiesto fundacional como "una asociación independiente de cualquier partido político, que pretende llevar a cabo y dar su apoyo a iniciativas que sirvan para el progreso de la sociedad catalana".
El papel de Volcat 2009
Femcat fue la piedra angular en la entorno a la que se cimentó la inversión privada para tomar las riendas de Spanair. A través de la sociedad Volcat se agruparon en enero de 2009 las inversiones que a título individual formalizaron diversos empresarios catalanes . Posteriormente, esa sociedad creó junto a otras de capital público (Turismo de Barcelona, Cimalsa, Fira de Barcelona, Avançsa y Catalana d´Iniciatives) la sociedad Iniciatives Empresarials Aeronáutiques, que ostenta el 85,6 por ciento de la compañía aérea. Volcat controla a su vez el 18,8 de Ieasa.
Los empresarios que se unieron a la empresa para adquirir Spanair provenían principalmente de dos ámbitos: el sector hotelero y el de las infraestructuras, este ultimo gran dependientes de las concesiones públicas. La inversión media para tener una participación en el capital de Spanair rondaba los 2 millones de euros. De los 150 millones que ha recibido Spanair, cerca de unos 20 millones provendrían del sector privado.
Todos ellos guardan en común que han preferido mantenerse en un segundo plano y no airear ante la opinión pública de su inversión en la aerolínea, mientras la Generalitat y diversas empresas semipúblicas asumían el protagonismo y finalmente la inversión para que Spanair mantuviera el vuelo por las fuertes necesidades de capital que requiere el sector aéreo. Entre los accionistas del sector hotelero destacan Rafael Soldevila, propietario de The Majestic Group. La familia Soldevila es dueña de los hoteles Majestic, Murmuri e Inglaterra en Barcelona y del Montalembert de París.
El proyecto también contó con el respaldo de Jordi Mestre, dueño de Expohoteles, una cadena hotelera catalana con una facturación de 113 millones de euros y que tiene propiedad en la capital catalana el Hotel Torre Catalunya, el Expo Hotel de Barcelona o el Expo hotel en Valencia. También tuvo un papel activo en la compañía, el grupo turístico Serhs. Su actividad se divide en diversas áreas de negocio: hoteles, agencias de viaje, restauración e inmobilario. Sus orígenes se remontan al año 1975 cuando el proyecto fue impulsado por Ramón Bagó. Este grupo es el único de los que conforman Volcat que ha hablado abiertamente de su presencia en la malograda compañía aérea. Los Bagó ocupan actualmente la vicepresidencia de Volcat.
Más interesados
En esa primera fase embrionaria de Spanair, también se implicaron en el proyecto con aportaciones el Gremio de Hoteles de Barcelona, presidido por Jordi Clos, aunque no realizó inversión a título personal. Clos es propietario de Derby Hoteles. Otro gremio, el de Restauración de Barcelona también creyó en el mensaje de Gaspart. El dueño de Husa, no obstante, está presente en el consejo de Spanair en representación de Turismo de Barcelona, una entidad para la promoción de la capital catalana participada por el Ayuntamiento de Barcelona y la Cámara de Comercio.
Otro grupo de empresarios son los ligados al ámbito de las infraestructuras. Spanair recibió el apoyo de grupos como Emte (cuyo presidente es Carles Sumarroca), antes de su fusión con Comsa, de la familia Miarnau. Miquel Martí, principal accionista de Moventia, es otro de los empresarios protagonistas de la operación. Está al frente de un potente grupo de transporte de viajeros con más de 2.100 trabajadores. Martí ha sido el único de los accionistas que ha salido a dar la cara tras el cese de operaciones de Spanair por su condición de presidente de Ieasa.
Volcat, o en su defecto Spanair, también logró a traer el apetito inversor de Jaume Roures, presidente de Mediapro, aunque se incorporó más tarde al proyecto. Su entrada en esta sociedad se realizó a través de la sociedad Anytram Business, en la que además del propo también figura como administrador solidario, Tatxo Benet. Entre los afectados por la caída de Spanair, también está el dueño de los supermercados Bon Preu, Joan Font. También otras entidades como el RACC (Real Automóvil Club de Catalña) se animaron a apoyar la aerolínea. El RACC además es uno de los lobbys de presión para hacer de El Prat un hub intercontinental.