Empresas y finanzas

Fomento toma los mandos en Spanair

La ministra Ana Pastor tuvo que llamar personalmente a Ferran Soriano para que le confirmara el cierre.

Son las 17:00 horas del pasado viernes 27 de enero. Los miembros del consejo de administración de Spanair entran en la sala con caras de preocupación para celebrar la reunión más determinante de toda la historia de la compañía. Si nadie lo evita, la única decisión posible será el cierre inminente de las actividades.

Todo apunta a esa opción si se atienen a los hechos que se han venido sucediendo en las últimas semanas. Malev, una aerolínea húngara denunciada por un grupo de compañías aéreas low cost por recibir subvenciones, es obligada por Bruselas a devolverlas. En Spanair se encienden todas las alarmas, porque la compañía con sede en El Prat formaba parte del listado de empresas denunciadas.

Cuatro días antes, el lunes 23 de enero, el presidente de Iberia pronuncia unas palabras premonitorias. Quien conoce a Antonio Vázquez sabe que es un directivo bastante diplomático, que evita en la medida de lo posible cualquier enfrentamiento. Pero ese día sorprendió a todos con una frase preocupante: "Spanair no tiene futuro y eso lo sabe todo el mundo". ¿Conocía ya el también ejecutivo de IAG que la situación era delicada?.

En esa misma semana, Ferran Soriano, presidente de Spanair, salta también a la portada de los tabloides como posible fichaje estrella del Manchester City. Todo este cocktail de pesimistas noticias entra también en la sala de reuniones junto con los consejeros, que saben que la aerolínea ya no tiene dinero ni para pagar el queroseno.

Cuando la reunión ya lleva más de una hora, los rumores del exterior comienzan a crear un ambiente irrespirable durante la espera, ya que se empieza a dar por hecho que la aerolínea ha cerrado. Los mensajes desde fuera llegan a los consejeros, que siguen intentando buscar una solución de última hora.

Pese a la situación límite de Spanair, Ferran Soriano no se da por vencido, al menos de cara a la galería, durante las horas previas a la caída de la aerolínea. Los qatarís se ponen en contacto con la Generalitat, 24 horas antes de que se precipitara el colapso, para comunicarles que no van a adquirir el 49 por ciento de la aerolínea, lo que supone de facto el fin de la histórica compañía. A lo largo de la semana, el propio Ferran Soriano, abre la puerta a la esperanza y anuncia que el acuerdo con Qatar Airways sigue adelante y que puede ser una realidad antes de marzo. Pese a que la cuenta atrás del cierre se pone en marcha, Soriano repite que trabaja para que una aerolínea atraiga para El Prat una inversión de hasta 3.000 millones de euros. Y por si fracasa, tiene guardado un Plan B con otros potenciales inversores con posibilidades de adquirir la aerolínea catalana.

Una vez trasciende la noticia del no de Qatar Airways, diversos miembros del Gobierno de la Generalitat y representantes de la consejería de Economía, Territorio y Sostenibilidad y Empresa se reúnen a primera hora de la mañana del viernes para buscar una salida a la crisis de Spanair. El titular de Economía, Andreu Mas Colell, había tomado las riendas de la negociación con Qatar en las últimas semanas. Incluso, Mas Colell había viajado a Qatar a principios de enero para cerrar la operación, pero regresó a Barcelona sin el acuerdo bajo el brazo. Un mal presagio para el futuro de Spanair.

En esa misma mañana se suceden varios reuniones entre altos cargos de La Generalitat y personal de la aerolínea para conocer de primera mano el estado de Spanair. El encuentro definitivo para analizar los efectos de la suspensión de las operaciones se inicia en la consejería de Economía de La Generalitat, en Rambla Catalunya, poco más allá de las cinco de la tarde -casi en paralelo con el consejo de administración- y se prolonga durante más de cinco horas.

Evitar el caos de Air Madrid

Esta reunión para gestionar la crisis de Spanair es pilotada por dos altos cargos de confianza del consejero de economía catalán, Andreu Mas Colell: Damià Calvet, secretario de movilidad de la Generalitat, y Joan Sureda, director general de Industria de la Generalitat. En ella también participan el director del aeropuerto de El Prat, Fernando Echegaray, representantes de los cuerpos de seguridad así como directivos de varias aerolíneas: Vueling, Iberia y Air Europa.

El objetivo del encuentro es minimizar el impacto que el cese de operaciones -que finalmente se produce pasadas las diez de la noche del viernes 27 de enero- tuviese en los pasajeros, evitando una crisis similar a la que tuvo el colapso de Air Madrid o Air Comet. Por parte de Spanair acuden tres representantes, de las áreas de operaciones y comercial. No están presentes directivos de Ryanair (que están ocupados lanzado una tarifa de rescate para los afectados por el cierre antes de que la compañía anuncie oficialmente el cese de las operaciones) ni easyJet. Sobre las siete de la tarde se sumaron representantes de Aviación Civil.

Estos últimos invitados son expresamente mandados por Fomento. Los altos directivos del Ministerio ya ven a esas alturas de la tarde con preocupación como el consejo de administración se alarga sin ninguna decisión oficial, mientras que la situación en los aeropuertos se vuelve muy peligrosa, con los trabajadores más atentos a su futuro que a las operaciones.

Ante esta situación, Ana Pastor da un vuelco a la sucesión de los hechos y decide llamar directamente al presidente de Spanair para que le confirme si se va a producir el cese de las operaciones. En un golpe de sinceridad, Soriano lo reconoce (oficialmente no lo hace hasta las 21:00 horas) y a partir de ese momento Fomento toma los mandos de la operación, incluso horas antes de que termine el interminable consejo.

Lo primero que hace es lanzar una nota de prensa oficial en la que deja bien claro que es la aerolínea quien anuncia el cierre de las operaciones y no el Ministerio. Esta aclaración aparentemente insignificante es fundamental a la hora de pedir responsabilidades. Y es que desde Fomento se sospecha durante todo el día que la jugada de Spanair es dejar pasar el tiempo para que la situación en los aeropuertos se vuelva insostenible, lo que hubiera obligado al Ministerio a cesar las operaciones por motivos estrictamente de seguridad y no por la situación económica de Spanair.

Desde dentro de la sala del consejo, ya hay alguien que piensa de manera parecida. Así, el consejero delegado de Spanair, Mike Szücs, alerta del estrés que puede suponer para los pilotos trabajar en una situación de incertidumbre.

Incluso después del anuncio oficial de Fomento, los empleados de Spanair que esperan a la puerta del consejo de administración ignoran el cierre y se creen, a tenor de las comunicaciones con el interior, que las negociaciones siguen.

Pero la maquinaria de Fomento ya no tiene marcha atrás y pide la rápida respuesta de las aerolíneas para recolocar pasajeros. Una colaboración que es posible gracias a la actual situación de temporada baja, que permite movilizar de manera más ágil las tripulaciones y los aviones que no se utilizan.

En paralelo a la celebración del consejo, Soriano no quiere dar su brazo a torcer y sigue con su estrategia de apostar por la continuidad y mantiene línea directa con altos representantes de la Generalitat reunidos en el gabinete de crisis. Intenta ganar tiempo para no precipitar el colapso de la compañía y hasta el último momento se compromete con los altos cargos de la Generalitat a encontrar capital para la aerolínea. Desde el consejo, algún miembro le apoya y justifica que el cierre debe de ser gradual (se rumorea que la propuesta es de Joan Gaspart) para que no afecte al cliente.

Lo cierto es que Fomento ya maneja la situación y es aconsejado por sus expertos. En una situación como esta la decisión debe ser tajante: Spanair se cierra.

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