
La evolución económica de Italia comenzó antes y consiguió un éxito mayor que la española: ha durado más de un siglo frente a 40 años. Con su entrada, hace casi medio siglo, en el club restringido de las mayores potencias económicas mundiales. Pero la indicación de Eurostat, según la cual el PIB per cápita de España -por primera vez desde comienzos del siglo XX- ha superado al italiano, lanza una señal de alarma.
Acostumbrados a compararse con Francia, una nación más estructurada pero con una riqueza media de las familias absolutamente análoga, los italianos se han visto batidos, en una clasificación no omnicomprensiva pero sí citadísima y muy indicativa, por España.
Eso quiere decir que, el año pasado, los españoles produjeron, cada uno, más riqueza que los italianos. Lo que implica que en la retaguardia hay un sistema económico y administrativo que, aunque sea una cuarta parte más pequeño que el italiano, ha funcionado bastante mejor.
Poca confianza en el futuro
En el momento actual no es muy alta la confianza internacional en la capacidad de Italia de mantener la posición económica adquirida entre las naciones más ricas. De hecho, Goldman Sachs, McKinsey y otros organismos también han hecho proyecciones sobre cómo podría repartirse la riqueza en el globo dentro de 30 ó 40 años. Y en todos ellos, Italia da un salto, pero hacia abajo.
Según estas proyecciones, que hay que tomar siempre con pinzas, hacia la mitad de este siglo Italia dejaría el club de los países ricos para pasar al de los semirricos, cuando todos sus actuales socios habrán conseguido permanecer en él a pesar de la redistribución internacional de capitales. Ya no estaría en compañía de Francia y Alemania, sino de México y de Corea del Sur.
Universidades débiles
La demografía, con el excepcional peso del envejecimiento en Italia, condiciona mucho su evolución. Y también las debilidades del sistema universitario y de investigación, que gasta desproporcionadamente en relación con lo que produce. "Durante años pensé que en Italia sólo existía la Bocconi, porque casi todos los alumnos italianos que tenía procedían de esa Universidad", dijo recientemente el Nobel de Economía de 2007 Eric Maskin. Lo único que se puede añadir es que siempre hubo escepticismo sobre la capacidad italiana de llegar a ser una importante nación industrializada. Y, sin embargo, desde hace 30 años, mantiene ese papel. Un escepticismo probablemente causado por el hecho de que la Italia oficial no está a la altura de la Italia real.
Frente a esto, la receta del éxito español es conocida: una clase política y administrativa mejor, bancos más estructurados y mayor apertura internacional. El crecimiento medio del PIB fue del 3,5 por ciento anual en los últimos 10 años, más del doble del italiano. El consumo privado aumentó un 4 por ciento anual frente a la media del 2 por ciento en zona euro. La deuda pública pasó del 70 por ciento del PIB en 1996 al 40 por ciento, mientras en Italia la deuda permanece por encima del cien por cien de la riqueza producida.
Las claves del éxito español
"Las cuatro claves del éxito español son el aumento de la fuerza laboral gracias a más empleos nacionales, la inmigración, el descenso del paro, una mejor calidad de los obreros y de los empleados, una mayor apertura y una más profunda innovación", dice Stefan Bergheim. Este economista del Deutsche Bank Research es también el autor de un reciente estudio, elogioso sobre la economía española, según el cual ésta está destinada a crecer "y a superar no sólo a la de Italia, sino también a la de Alemania en PIB per cápita en el año 2020".
A diferencia de Italia, los políticos españoles no pasaron los últimos años luchando entre sí y poniéndose todo tipo de zancadillas. El adelantamiento español recuerda, además, que en las grandes clasificaciones, en las que Italia figura y en las que, además, se siente orgullosa de haberlas escalado a partir de finales de los años 50, se entra, pero también se sale.
Puntos débiles españoles
España también tiene sus puntos débiles. En la actualidad, por ejemplo, el fuerte desequilibrio de su cuenta corriente, que presenta el triple de déficit que la italiana en 2007, es decir, casi un 10 por ciento del PIB frente al 2,4 por ciento del italiano. Ésta es la otra cara del optimismo español: que consume más de lo que produce. Pero la deuda pública indica que, a diferencia de lo que sucede en Italia, los españoles no le endilgan sus gastos al Estado.