
Admirado y temido. Esa doble condición persigue desde hace tiempo como una sombra alargada a Florentino Pérez, empresario de éxito que a través de la presidencia de ACS ha logrado escalar hasta lo más alto del Mont Blanc empresarial y cumplir con sus expectativas de poder.
Al menos hasta la fecha, porque su socio de referencia, la familia March, ha optado por desprenderse de un 5 por ciento de la constructora para hacer caja y apostar por otras compañías.
Sucede que algunos de sus detractores, que los tiene, cuestionan los métodos que ha utilizado para alcanzar la cima. Por ejemplo, el modelo, varias veces repetido, de tomar el control de grandes compañías a expensas de los accionistas minoritarios y de proceder a su desmembración posterior para hacer caja.
Una de las primeras operaciones de envergadura que desvela el fuerte carisma de Pérez fue su entrada en la constructora Dragados, el 18 de abril de 2002, mediante la adquisición de un paquete del 23,5 por ciento propiedad del SCH por 900 millones de euros.
En el hecho relevante remitido entonces a la CNMV, la constructora precisaba que "adquiere una posición estratégica, aunque no de control o dominio [...] no es propósito de ACS promover, al menos en los próximos meses, ningún proceso de fusión entre las cabeceras de ambos grupos [...] ni realizar ninguna adquisición adicional de acciones".
El desembarco, realizado a espaldas del consejo de administración de Dragados, motivó la apertura de un expediente sancionador por parte del Servicio de Defensa de la Competencia, dependiente del Ministerio de Economía y Hacienda. Nueve meses después de desmentir su interés en una fusión o compra adicional de acciones, ACS lanzó una oferta pública de acciones (opa) parcial sobre el 10 por ciento del capital, operación que fue culminada en el mes de julio de 2003 con una nueva opa, esta vez sobre la totalidad del capital mediante el canje de acciones.
Primas diferentes
Frente a la prima del 58,7 por ciento abonada al SCH de Emilio Botín en el momento de cerrarse la operación, los accionistas minoritarios de Dragados percibieron una prima muy inferior (el 30 por ciento) en la opa parcial sobre el 10 por ciento. Florentino Pérez también ha tenido una habilidad especial para esquivar los cambios normativos que le entorpecían sus objetivos y, por contra, estar en el momento oportuno cuando la legislación ha sido favorable a sus intenciones.
El primer caso de este tipo se dio en Unión Fenosa, donde la constructora utilizó un modus operandi que ha vuelto a repetir en posteriores operaciones. La sociedad entró en la tercera eléctrica del país el 23 de septiembre de 2005 tras vencer al equipo formado por Amancio Ortega, Jacinto Rey -presidente de Constructora San José- y Caixanova en la puja por el 22,1 por ciento que estaba en manos del Santander.
Era la segunda vez que ACS (ACS.MC) contaba con el banco cántabro para conseguir sus objetivos de convertirse en un referente dentro del sector eléctrico nacional. Poniendo en práctica el mismo esquema de trabajo seguido en Dragados, adquirió el citado 22,1 por ciento de Unión Fenosa a cambio de desembolsar 2.200 millones de euros, operación financiada por el propio banco, que recibió una prima del 24,5 por ciento (33 euros por acción).
Florentino Pérez hizo gala de que "never, never, never" (como se le ha parodiado) compraría más títulos de la compañía. En el hecho relevante enviado al regulador detallaba que "adquiere una posición accionarial importante, aunque no de control o dominio". Sin embargo, tan sólo dos meses después lanzó una opa sobre el 10 por ciento, que sólo representó una prima del 10 por ciento para los accionistas minoritarios.
El objetivo del grupo entonces era llegar al 35 por ciento, en un momento en el que la legislación estaba a punto de modificarse para poner término a las opas parciales, al mismo tiempo que se reducía del 50 por ciento al 29,99 por ciento la participación a partir de la cual una compañía estaba obligada a lanzar una opa sobre el cien por cien.
ACS continuó aumentando en el capital de Unión Fenosa hasta situarse en una posición del 45 por ciento e inyectarse todo el beneficio de la eléctrica en sus cuentas. Era la joya de su corona y llevó su cotización a lo más alto. En ese momento, apareció en escena Gas Natural, que tenía pendiente su sueño frustrado de fusionarse con una eléctrica para estar presente en toda la cadena.
La gasista pagó el doble de lo que había pretendido por Endesa tan sólo unos años antes y la constructora vio el cielo. Se acabó la joya de la corona con fuertes plusvalías y Florentino Pérez respiró porque la operación se cerró tan sólo dos meses antes de la caída del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers.
Muchos vieron con este paso el camino despejado para hacerse con Iberdrola, donde ya había tomado un 10 por ciento, pero se topó con la firme oposición del presidente de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán, que no estaba dispuesto a perjudicar los intereses de los accionistas minoritarios, y exigió a Florentino Pérez que si quería comprar debería hacerlo mediante el lanzamiento de una opa.
La crítica que hacen desde la compañía con sede en Bilbao a la constructora es la forma en la que ha ido comprando acciones, utilizando una auténtica maquinaria de ingeniería financiera. De hecho, ACS ha creado cuatro sociedades para comprar títulos, a las que ha apalancado de forma abrupta.
En este asalto, la ley volvió a bailar al ritmo del presidente del Real Madrid. Una sorprendente enmienda de última hora fue introducida en la reforma de la Ley de Sociedades Anónimas para retirar los blindajes de las empresas cotizadas, que limitan al 10 por ciento los derechos de voto, aunque se posea una participación mayor.
Curiosamente, a esta norma se le llamó extraoficialmente y entre los detractores de ACS la "enmienda Florentino" y tras muchos desencuentros finalmente entrará en vigor el próximo mes de julio.
Pero la compañía seguía estando muy endeudada para abarcar su objetivo en Iberdrola (IBE.MC), que tras la compra de un 10 por ciento pasó a querer alcanzar un 20 por ciento del grupo. Comenzaron las desinversiones, como la venta de una participación en Abertis a CVC, y la filial de puertos. Con todo logró reunir 2.500 millones. Pero ACS necesitaba más. Cabe destacar que ya desde el pasado verano se estaba viendo un despiece de Abertis y, tras la colocación de Atlantia, CVC ha pedido a la constructora que acelerase las desinversiones, con el fin de amortiguar el esfuerzo inversor realizado para entrar en el grupo.
Llegó entonces la operación que le ha erigido en mago de las finanzas: la opa sobre Hochtief, la primera constructora europea. Una vez más, Florentino Pérez ha conseguido sus pretensiones, ya que la constructora lanzó una opa escasa con la intención de lograr una aceptación mínima y luego poder seguir comprando en el mercado cuando el precio lo permitiera.
La intención de Pérez era llegar al 50 por ciento y poder consolidar totalmente a Hochtief en sus cuentas, con la consiguiente inyección de beneficio. Así sanearía su balance, ya que el grupo alemán arrastra muy poco endeudamiento.
En medio de este proceso, la eléctrica ya ha logrado el 20,2 por ciento de Iberdrola y su nuevo reto es llegar al 25 por ciento. ¿La razón? Poder seguir bajando el precio medio de adquisición para no tener que apuntarse minusvalías que perjudiquen seriamente su balance.
UBS, banco de inversión que conoce muy bien a ACS porque ha participado en algunas de sus operaciones, reconoce en un reciente informe su ambición por acceder a la gestión y trocear los activos que la eléctrica explota en Reino Unido y Estados Unidos.
El último capítulo de la pugna que enfrenta a ACS e Iberdrola se vivió en Bilbao hace unos días cuando un juzgado desestimó la petición de ACS de demandar a la eléctrica por su negativa a darle un sillón en el consejo, alegando que eran competencia.
¿Es Florentino Pérez un ser superior, como llegó a definirle Emilio Butragueño? Muchos le ven como un caballo de Troya destructivo, como un empresario con una ambición sin límites que ya ha comenzado a preparar la escalada del monte Everest.