Los test de estrés realizados a la banca en julio se quedan cortos. Los niveles exigidos en este examen al sector financiero europeo son más bajos que los propuestos el domingo por los principales supervisores. Mientras que en las pruebas de resistencias se fijó un capital de primera categoría o Tier 1 del 6 por ciento, la nueva normativa de Basilea III establece un mínimo del 8,5 por ciento para 2018.
Si en los test se hubiera utilizado este umbral tan sólo seis entidades habrían aprobado en todos los escenarios económicos analizados. La más adversa de las situaciones, con caídas del Producto Interior Bruto (PIB) del 3 por ciento adicionales, sólo los dos grandes grupos bancarios, Santander y BBVA, además de Unicaja, BBK, Kutxa y Banca March no tendrían dificultades de capital. El resto de las entidades habría estado obligado a buscar fondos para poder resistir y cumplir las exigencias.
A la cabeza
La capacidad de los dos grandes, que obtuvieron unas de las mejores notas en Europa, se demuestra con el examen de julio y con Basilea III, ya que ninguno de los dos necesita llevar a cabo una ampliación de capital para cumplir con el aumento de los niveles de solvencia.
Además, las otras entidades que habrían aprobado los test en las condiciones de mercado y económicas más desfavorables cuentan con los mayores colchones en comparación a sus riesgos de todo el Viejo Continente.
El examen certificó que cinco grupos sólo habían suspendido y que necesitaban en conjunto unos 2.000 millones. La fusión de Caixa Catalunya era la entidad más afectada, ya que tendría que hacerse con 1.032 millones extras en caso de producirse el escenario adverso.
Banca Cívica era el segundo grupo financiero que salía peor en la foto. El test establecía que su déficit de recursos propios era de 400 millones. Horas antes de la publicación de las pruebas, el banco formado por las cajas de Navarra, Burgos y Canarias, habían anunciado la entrada en su accionariado del fondo americano JC Flowers.
Éste se comprometía a invertir 450 millones de euros a través de la suscripción de bonos convertibles en acciones. JC Flowers tendrá en torno al 20 por ciento del capital de Banca Cívica.
Las otras entidades que recibieron calabazas fueron la integración de las cajas catalanas comarcales, la de las castellanas Duero y España y la intervenida CajaSur. Las tres tendrían que amasar unos 500 millones.
Si los test de estrés hubiesen sido más estrictos, la cantidad que necesitaría el sector en nuestro país sería mucho mayor. Habría grupos importantes, como el SIP de Caja Madrid o la mayor parte de los bancos, que no habrían aprobado el examen y habrían obtenido una nota muy baja, con la consecuente subida exponencial de los requerimientos de capital.
Los test de estrés tuvieron por objeto tranquilizar el mercado, que veía con un excesivo riesgo al sistema financiero europeo y las economías del Viejo Continente. Especialmente era la aversión en el caso español. Las dudas sobre la evolución de nuestro país estaban en el alero y las entidades tenían cerrados los mercados mayoristas, con lo que tenía complicaciones para financiarse sin tener que acudir al Banco Central Europeo (BCE).
La mayor parte de las entidades españolas decidieron someterse a las pruebas, con el fin de evitar cualquier tipo de sospecha sobre su estado de salud real. De los 91 test, 27 eran bancos y cajas españoles.