
La zarina. Así es como se empieza a conocer en el sector de la moda a Marta Ortega, una joven de tan sólo 23 años que está llamada a tomar el mando de uno de los mayores grupos textiles del mundo.
Es la hija menor de Amancio Ortega, el fundador, presidente y principal accionista del grupo (ITX.MC). Y su ojo derecho. El pasado mes de diciembre, Marta asumió los poderes ejecutivos, en calidad de vicepresidenta, en las dos sociedades patrimoniales con las que el empresario gallego controla el 59,3 por ciento de la compañía: Gartler y Partler 2006. Y es sólo el primer paso. Según cuentan los más allegados, ha dejado también de lado temporalmente una de sus grandes pasiones, la hípica, para formarse en las mejores escuelas de negocio de Europa.
Marta es hija de Flora Pérez, la segunda esposa de Amancio. El patriarca de Inditex se casó con ella en 2001, a la par que el grupo salía a bolsa y tras 19 años de relación. Ortega tiene otros dos hijos con su primera mujer, Rosalía Mera, pero ha depositado en Marta toda su confianza. Sandra, su primogénita ha seguido otros caminos, y Marcos, el segundo de sus vástagos, otro de los ejes de su vida, nació con una discapacidad.
Marta estudió en los jesuitas, en el colegio de Santa María del Mar. Habla inglés, francés e italiano, ha cursado estudios en Suiza y Londres y se ha licenciado con nota en International Business. Pero lo más importante es que, desde pequeña, ha conocido de cerca los problemas y los triunfos de Inditex. Cuando tenía sólo cinco años, la empresa dio el salta internacional con la apertura de la primera tienda en Portugal y, tan sólo uno después, en 1989, llegaba a Nueva York.
Un gigante
Hoy la empresa es un gigante que emplea a casi 70.000 personas, tiene 3.200 tiendas en 64 países y el año pasado alcanzó una facturación de 8.196 millones de euros. Una empresa incompatible con su carrera de amazonas. Y eso que lleva doce años dedicada a la hípica y que su padre no dudó en construir sobre las tierras de una antigua lechería el Centro Hípico de Casas Novas, en Arteixo (La Coruña) para que pudiera entrenar y competir oficialmente. Claro que ahora Amancio Ortega podrá, durante un tiempo, dormir más tranquilo. Siente pasión por su hija, pero dicen en su entorno que se le encoje el corazón cada vez que su hija se sube a un caballo ante el temor a una caída.
El dueño de Inditex, que para mantenerse en el anonimato evita cualquier presencia pública -declinó una invitación para ir a la boda de los Príncipes de Asturias- espera ahora con ilusión el día en que se case su hija. Desde hace tres años sale con Gonzalo Testa, hijo de unos empresarios catalanes.