La guerra entre los principales accionistas de Metrovacesa parece ver su final tras un año de combate. Los Sanahuja, que tienen el 39,4% del capital, y Joaquín Rivero junto a su socio Bautista Soler, con otro 33,14%, sellarán en breve un principio de acuerdo que les permitirá enterrar el hacha de guerra mediante la división de la compañía.
El acuerdo contempla la división de la inmobiliaria española en dos compañías: Metrovacesa y Gecina (su filial francesa en la que tiene más del 68 por ciento del capital). Rivero y Soler se quedarían con Gecina, mientras que la familia catalana pasaría a controlar Metrovacesa, informaron a elEconomista fuentes cercanas a la operación.
Intercambio de cromos
Se prevé que el Consejo de Administración dé el visto bueno a este principio de pacto el último día de esta semana. Pero éste no será el punto y final, porque ambos empresarios tienen que negociar las compensaciones por este intercambio de compañías. Es decir, qué activos se queda cada accionista y las compensaciones para cada uno de ellos. Un punto bastante escabroso, que puede poner en cualquier momento el acuerdo en la línea de combate.
Será imprescindible la valoración de los productos que tiene la compañía para efectuar su reparto. Tanto Metrovacesa (MVC.MC) como Gecina se intercambiarán activos, de manera que ambas tendrán presencia tanto en Francia como en España. Es decir, Sanahuja y Rivero tienen que intercambiar cromos.
Gecina, la joya de Rivero
Si se lleva a cabo esta operación, el presidente de Metrovacesa se lleva la niña de sus ojos. Gecina siempre ha sido el principal motor de desarrollo de Metrovacesa. La filial francesa supone cerca del 70 por ciento de los ingresos de la inmobiliaria española. A esto hay que añadir que lleva una carrera astronómica en cuanto beneficio, pues su resultado neto superó los 1.700 millones de euros en 2005.
Pero ¿por qué este movimiento de los dos principales accionistas de Metrovacesa? Para poner fin a una guerra que el próximo 1 de marzo cumple un año y en este último mes estaba en su peor momento.
Su lucha por Metrovacesa
Por un lado, Rivero echó a los Sanahuja de la comisión ejecutiva, además no elevó el número de representantes de la familia catalana en el consejo, pese a incrementar su participación. La saga cuenta con tres consejeros mientras que controla casi el 40 por ciento de la compañía. La gota que colmó el vaso fue la ampliación de capital que quería llevar a cabo Rivero y que fue una operación aprobada por la última junta de accionistas de la inmobiliaria el pasado mes de mayo.
La emisión de bonos convertibles en acciones por más de 1.000 millones excluía a los accionistas a suscribirse a esta operación. Por lo tanto, los Sanahuja iban a ver diluida su participación en Metrovacesa, al igual que el resto de accionistas. En el próximo consejo se preveía que se diera luz verde a esta emisión. Los Sanahuja guardaban un as en la manga para frenar esa autorización: lanzar una opa por Metrovacesa sobre el 100 por ciento, según fuentes cercanas a la familia.
Armas de defensa
Esa opa se realizaría a un precio inferior al que cotizan en el mercado los títulos de Metrovacesa. ¿Por qué ese movimiento? Esta oferta permitiría a los Sanahuja paralizar cualquier acción de Rivero. Y es que se rumoreaba en el mercado que el presidente de Metrovacesa preparaba una operación corporativa que encasillaría a los Sanahuja. Por eso, la familia perfiló como arma de defensa la opa. Antes de quedar en tablas, han sellado la paz.