
HSBC HOLDINGS
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Stephen Green, presidente desde hace tres años de HSBC, el mayor banco del mundo por capitalización, del que anteriormente fue director general, acaba de publicar un libro titulado Les bonnes valeurs, en el que intenta responder a la pregunta de si se puede ser banquero y hombre de fe a la vez.
Según él, "por supuesto, se pueden extraer numerosas lecciones de esta crisis, aunque una cosa está clara: no hay alternativa al capitalismo de mercado".
Dos años después de la tormenta financiera, la City y Wall Street dan la impresión de haber vuelto a la normalidad. ¿El sistema financiero puede eximirse de aprender de la crisis?
Extraer lecciones es inevitable, aunque se trata de un proceso continuo que llevará tiempo porque en un mes no se revisan las reglas contables ni se puede replantear la supervisión de los bancos sistémicos. Pero el contexto político no va a tolerar más excesos y los organismos reguladores tampoco aceptarán la emisión de productos demasiado complejos. El G20 pone el énfasis en la contención de las bonificaciones. Francia incluso preconiza que se les ponga techo.
¿Qué opina usted?
Yo no creo en acotar las bonificaciones. Hay que regular el mercado para garantizar que funcione sin distorsiones, de tal forma que la remuneración de los agentes esté correctamente ligada a su verdadera contribución hacia el bienestar económico y social. La presión sobre las remuneraciones ya ha disminuido.
El endurecimiento de las exigencias reglamentarias en materia de fondos propios debería reducir la rentabilidad de los bancos y los directivos deberían aplicar las consecuencias en el ámbito de las remuneraciones. Por otro lado, la posible acotación de las bonificaciones va a ser un asunto muy delicado. ¿A quién se aplica? ¿A los bancos? Si es así, todos los agentes se marcharán a los fondos de cobertura. ¿Y en qué países? ¿A qué actividades?
¿Cuáles son las acciones deseables en ese sentido?
La sociedad está en su derecho de esperar que el mercado de trabajo en el sector bancario sea competitivo, sin distorsiones y transparente. La competencia no es un problema porque siempre ha sido intensa.
¿Las reformas financieras implantadas en el G-20 podrán evitar otra crisis en el futuro?
Para tratar de responder a esa pregunta conviene recordar que existen grandes desequilibrios financieros, acentuados por el contexto de tipos bajos que ha seguido a la explosión de la burbuja de Internet. Hay un exceso de liquidez. Los bancos han agravado el problema con productos cada vez más complejos y haciendo crecer sus créditos mucho más deprisa que sus ahorros. Dicho esto, los bancos no están en el origen de la crisis y, por lo tanto, cambiar su funcionamiento no va a resolverlo todo.
¿Las medidas de refuerzo de la regulación podrían ser más nefastas que beneficiosas para el sector financiero?
Un pequeño porcentaje de los empleados bancarios han contribuido a provocar esta crisis financiera, pero no todos. Sería injusto penalizar al conjunto de los bancos cuando sólo han fracasado determinadas actividades. Para las entidades que tienen parte de la responsabilidad, en particular los bancos que desarrollaron demasiado los productos más exóticos, sin duda hay lecciones que aprender para el futuro, como reforzar las funciones de control.
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