
Con el grifo de la financiación bancaria cerrado, en 2014 los fondos de capital riesgo se convertirán en España en una alternativa real para la empresa familiar. Al menos, eso opinan los expertos de KPMG que participaron en un encuentro organizado por la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar de Madrid (Adefam). "Lo que sostenga el crecimiento de las empresas en España en los próximos años será principalmente el capital, y no la deuda", afirmó Jorge Riopérez, socio responsable de Corporate Finance de KPMG.
Los fondos a disposición de las sociedades gestoras de capital riesgo para financiar proyectos empresariales han pasado de representar el 28% en 2012 a suponer a principios de 2014 entre el 40 y el 50%, señaló el experto. Además, "habría que añadir la capacidad dinamizadora del mercado que va a jugar el ICO, que ha habilitado fondos por valor de 1.200 millones de euros que serán gestionados por las sociedades gestoras de capital riesgo". A juicio del experto de KMPG, en el punto de mira de estas sociedades financieras estarían en este momento las empresas del sector sanitario, industrial y de consumo con ebitdas que superen los cinco millones de euros.
Jorge Riopérez afirmó que las empresas familiares ocupan actualmente un espacio muy significativo en el interés del private equity, aunque la entrada en su accionariado pueda suponer una confrontación con su cultura y estilo de gestión. Como principales ventajas que se derivan de la entrada del capital riesgo en este tipo de empresas, Riopérez citó, aparte de erigirse en una fórmula de financiación interesante en el actual panorama de sequía de la financiación bancaria, el hecho de convertirse en socios a largo plazo cuya presencia transforma la vida de la empresa familiar. "Los equipos gestores del capital riesgo son inversores profesionales y muy exigentes, que imponen un nuevo modo de gestión en las organizaciones", explicó el socio de KPMG.
Ampliaciones de capital
Según este experto, las operaciones de entrada de sociedades de capital riesgo en empresas familiares superan por lo general los cinco millones de euros y suelen estar asociadas ampliaciones de capital para hacerse con un paquete minoritario de acciones. A cambio, exigen a las empresas en las que invierten una rentabilidad mínima del 20% en un plazo que puede oscilar entre los tres y los siete años.
A la hora de seleccionar sus operaciones, se fijan fundamentalmente en empresas con trayectorias sólidas, con planes de negocio muy bien definidos y con una gestión altamente profesional. Además, "valoran de los planes de negocio su capacidad de generación de ebitda y cash flow", explicó Beltrán Romero, director en Transaction Services de KPMG.