
El año 2012 ha venido marcado en el terreno económico en toda Europa, y especialmente en países como España, por la crisis. Durante el pasado año, las principales variables macroeconómicas continuaron con su tendencia a la baja, de forma que el PIB, la producción industrial y el número de ocupados siguieron contrayéndose. Conceptos como el empleo o los modelos de producción o de prestación de servicios están en una profunda fase de transformación.
La crisis, que se inició con los profundos desarreglos del sistema financiero mundial, se potenció, en países como el nuestro, al romperse el espejismo de la burbuja inmobiliaria que está impactando gravemente en términos de cierre de empresas, ajustes salariales, recortes de políticas públicas, tasas de desempleo desorbitadas y otras graves secuelas sociales.
Sin embargo, antes incluso de que se manifestaran estas dos grandes crisis, ya se había hecho patente y se estaba cociendo, a fuego no tan lento, un profundo cambio revolucionario en la estructura productiva, y en la vida de los ciudadanos, conducido por la espectacular eclosión de Internet y las tecnologías de la información. Cambio al que España se estaba incorporando con algunas dificultades. La magnitud del problema generado por las crisis de la construcción, del sistema financiero y de la deuda ha concentrado en ellas nuestra atención, sin que nos percatásemos de que la revolución tecnológica seguía su camino e instalándose en nuestras vidas de forma espectacular y sorprendente.
Hace unos días presentábamos nuestro informe anual sobre la sociedad de la información y la prensa nacional se hizo eco, con bastante unanimidad y no poca sorpresa, del hecho de que el 63% de los usuarios de telefonía móvil de España tienen un smartphone. Pero ¿no estábamos en crisis?, se preguntaban algunos. ¿Cómo podemos invertir en lujos con la que está cayendo? Y es que, lejos de ser un artículo de lujo, la comunicación avanzada, la conexión en red, la comunicación permanente o el uso de aplicaciones (apps) para todo tipo de necesidades son hoy imprescindibles tanto en la vida privada como para mejorar la eficiencia profesional o para aumentar las posibilidades de encontrar un trabajo. El mundo está cambiando y nosotros, ahora sí, estamos cambiando con él.
Se buscan nuevos perfiles
Un sector pequeño pero creciente de nuestra economía es plenamente digital. Son actividades que se desarrollan, se producen, se anuncian, se venden, se consumen, se almacenan, se intercambian, se utilizan, se regalan, se comparten o se desechan en la red. Son actividades sin duda virtuales, pero que generan empleos muy reales. Por ejemplo, en España se descargan diariamente 2,7 millones de aplicaciones en los smartphones y otros dispositivos. Muchas de ellas han sido producidas por cientos de pequeñas empresas locales, el 84% de las cuales afirman haber hecho nuevas contrataciones en 2012.
Pero la economía digital no se limita a ese sector al que me he referido en el párrafo anterior. La cultura digital lo va impregnando todo, lo nuevo y lo antiguo. Cada vez es más necesario atender nuevas exigencias en los sectores convencionales que tienen que incorporar tecnologías, procesos y modos de hacer de fuerte base digital y que requieren de nuevos perfiles y nuevas profesiones. Nuevas oportunidades de trabajo que se presentan en cualquier sector de actividad. Profesiones que surgen de la hibridación de conocimientos y necesidades de modelos de organización nuevos y viejos. Community managers, responsables SEO/SEM, desarrolladores de animaciones 3D, coolhunters, desarrolladores de videojuegos, de webs, etc., son puestos muy codiciados hoy por todo tipo de empresas y que responden a los nuevos perfiles demandados.
En los complicados tiempos actuales, las TIC están cambiando profundamente las organizaciones y el perfil de los trabajadores -tanto en puestos tecnológicos como en los no tecnológicos-, la capacidad de creación de empleo en los próximos años y las vías para mejorar la empleabilidad de los trabajadores. El sistema educativo y la formación profesional necesitan una revisión en profundidad para garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema productivo en el medio y largo plazo. La recuperación de una gran parte de la masa laboral atrapada en el desempleo es posible por la vía de la reconversión tecnológica de las TIC, además de ser imprescindible para su propia autoestima y para consolidar las ganancias de productividad que ya se están percibiendo.
Para analizar y debatir estos asuntos en profundidad y contribuir a crear un clima propicio, Fundación Telefónica y Fundación Élogos van a organizar un ciclo de conferencias sobre Cultura digital y pymes. Claves para sobrevivir y crecer en tiempos difíciles. El objetivo es claro: hacer visibles las oportunidades y retos que todos estos cambios ofrecen a la sociedad, a las empresas y a los ciudadanos. Y reforzar la idea de que hay un futuro esperanzador lleno de posibilidades para aquéllos que sean capaces de innovar, crear y arriesgar con las TIC como vehículo.
Javier Nadal, Vicepresidente ejecutivo de Fundación Telefónica.