Trina Grecu, de 28 años, y su madre Tatiana Grecu, de 49 años, llegan juntas a la oficina de empleo de Aluche, en la mañana del día 23 de febrero. También quieren obtener información sobre las prestaciones por desempleo. Desde hace dos semanas, Trina, que trabajaba como operadora para una empresa de ascensores y cobraba "mil euros y pico", está en el paro desde que la compañía decidió prescindir del servicio de telefonía.
Para su madre, propietaria de una tienda de productos alimenticios del Este europeo, la situación tampoco es favorable. Se acumulan las facturas sin pagar, los clientes no saldan sus deudas antiguas y los bancos, por su parte, cerraron el grifo del crédito. La culpa, según madre y hija, es de la crisis.
"La peor fase de mi vida"
"Las cosas van fatal, no veo que vayan a mejorar. Pienso en cerrar las puertas de mi negocio, porque tengo más de 2.000 euros en gastos fijos, entre alquileres y préstamos. Los bancos me llaman todos los días, pero no puedo pagar las cuotas", explica la pequeña comerciante que vivía en Mondalvia, pero desde hace diez años está en Madrid.
"No vendo productos de primera necesidad, que sirven para todos los días, así que, me he quedado sin clientes en mi tienda. Ya me cortaron la luz de casa y me quedé sin calefacción. Es la peor fase de mi vida", afirma Tatiana, que ha cambiado los hábitos de consumo y se ha visto obligada a priorizar a la hora de pagar sus deudas. "No me puedo permitir ni un euro en perfume ni en ropa. El dinero que entra en casa debería servir para pagar los gastos, pero cuando realmente llega, es para comprar mercancía para la tienda. Hoy no tengo tantos productos como antes, ya empiezan a faltar", explica Tatiana.
La rutina de Trina ahora se resume en peregrinar por las calles con su currículo en mano. "Tengo derecho a indemnización, pero sigo buscando empleo. Los trabajos que oferta el antiguo Inem no son buenos. Puedo trabajar en cualquier sector, menos en la limpieza", recalca Trina.